lunes, 22 de abril de 2024

Los evangélicos también son romanos: principio de artículo redactado hace tiempo y una declaración nueva



A continuación me atrevo a publicar el inicio de un artículo que escribí hace bastantes meses. Lo dejé sin terminar, por falta de tiempo (que desde luego no tenía ni tengo aún), y sin publicar porque había prometido profundizar en los Evangelios, empezando por lo que se narra del nacimiento de Jesús, algo que no haré ya, porque me he desconectado un poco y tendría que volver a hacerlo y por la declaración final. Porque tras este medio artículo haré una declaración actual sobre mi vida.


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De toda la vida he oído decir que nosotros, los cristianos evangélicos, somos católicos pero no romanos. Es decir, católicos en su sentido etimológico de 'universales', nuestro cristianismo es universal, pero no romanos porque no estamos sometidos al Papa, a la Iglesia Católica Apostólica Romana (romana para diferenciarla de la bizantina, la ortodoxa). Claro, esto viene del contexto de la Reforma, los protestantes se apartan de los dictados que procedían de la Roma de esa época, entendida aquí Roma como metonimia. Pero, puestos a ser literales y etimológicos, también somos romanos, dado que, sencillamente, somos una escisión de esa Iglesia Católica. La mayoría de los puntos de nuestra doctrina fundamental también tienen su origen en el Concilio de Nicea, bajo el auspicio del Emperador Constantino, que nunca fue cristiano por más que se diga, y que trataba de poner orden con fines políticos en disputas teológicas que se daban entre los cristianos de la Roma de la época, ya se sabe, el enfrentamiento entre Arrio y Atanasio. La base de nuestra llamada doctrina fundamental procede del cristianismo de Roma en esta época, no de Jerusalén, de la llamada "iglesia primitiva", lo que incluye puntos tan importantes como el concepto de la Trinidad. Somos romanos también, católicos y protestantes todos somos cristianos imperiales, en lo que hace a las creencias básicas y fundamentales. Que sigue siendo un punto de partida para la lectura posterior de los Evangelios y todo el Nuevo Testamento, de los que ya hablaremos luego. Así que, ya sabemos esto: leemos el Nuevo Testamento con las gafas de Nicea, bajo la dirección de Constantino, y no ingenuamente o de forma independiente, somos atanasianos, los arrianos ya fueron barridos del mapa. Somos cristianos católicos apostólicos romanos constantinianos atanasianos protestantes evangélicos, ese es nuestro nombre completo, solo le faltan unos pocos que ya depende, puedes seguir con luterano, metodista, bautista, pentecostal, ... y después el nombre de la facción dentro de esta, y luego el del grupúsculo dentro de esta y así, algunos llegarán al nombre de su pastor-gurú. Yo, por abreviar, lo reuniré bajo el epígrafe de cristiano imperial, que suena más cristalino. El credo se forjó y decretó en Nicea, una votación amañada con exilio y muerte de los arrianos, luego rehabilitados hasta volver al poder, y la quema de los escritos de Arrio, y sin participación de la Iglesia Ortodoxa y de ninguna otra. Así tal cual, de ahí venimos "ideológicamente", por así decir, manchados de corrupción, sufrimiento, sangre y política, y ahí estamos, con el credo trinitario de Atanasio establecido en el siglo V, en consonancia con las ternas divinas a las que estaban acostumbrados por tradición y origen, y que no solo se daba en Roma (hinduismo: Brahma, Vishnú y Shiva; Egipto: Horus, Isis y Osiris), un concepto fácilmente asimilable por cristianos de origen gentil y seguramente muy ajeno a la iglesia primitiva.


Hasta aquí el inicio del artículo que tenía en borrador.


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                                DECLARACIÓN


Muchas cosas han pasado en mi vida, mis pensamientos, mis reflexiones y mis inquietudes o, mejor, han seguido pasando. Muchas muy fuertes, y no es una exageración, especialmente en los acontecimientos vitales y las circunstancias hasta hace poco acuciantes, una soledad que no puedo entender, etc., y digo "etc." por no calentarme ni aburrirte con mis historias. Observo casi de casualidad este blog, un repaso por encima, y me alegro de una cosa: da cuenta de cómo es un proceso de transformación. 

     En 2022 ya me había declarado cristiano evangélico heterodoxo. Ese heterodoxo era muy potente por dos motivos: primero, porque los protestantes se autoconsideran heterodoxos al compararse con los católicos; los primeros protestantes lo eran, salían de esa ortodoxia, pero habrá que pensar que los católicos igual en su momento al lado de la Iglesia Oriental, la Bizantina u Ortodoxa, y que desde el siglo XVI han pasado eso, siglos. Y el segundo motivo, es potente dada la gran variedad de subdoctrinas, prácticas, creencias y denominaciones dentro de la Iglesia Evangélica, una variedad tal que me podría haber llevado a decir "Soy evangélico de esta u otra tendencia"; al declararme heterodoxo, no renunciaba a ser evangélico en todo aquello que distingue a esta iglesia de la católica, pero al mismo tiempo me estaba descartando de muchos nexos de unión de todas las líneas de cristianismo evangélico, considerándolas como un bloque. Pero sin dejar de serlo. No renunciaba a la etiqueta de evangélico, por mis creencias de fondo, mi fe de fondo que sobrevivía, por sentimentalismo o no querer apartarme del todo (verme a mí mismo del todo) del grupo al que en mi intimidad he pertenecido siempre, y digo en mi intimidad porque era algo más íntimo que otra cosa. Y estuvo bien llamarme a mí mismo así, era verdad en ese momento, en ese tramo de un proceso.

         Lo que ya declaro aquí es que no lo soy. Evangélico, no soy evangélico, no pertenezco a esta iglesia, no soy miembro, ni oficial ni ideológicamente. Esa es mi declaración. Y si cristiano o no, eso ya va por otro lado; como sabéis si me habéis leído, me había quedado en un punto de investigación-reinterpretación-redescubrimiento muy a las puertas que requería de mí mucho tiempo y esfuerzo, y creo que es un camino que no recorreré en este blog. Pero es que ya no me interesa tanto, las fuentes de investigación han pasado de columnas sólidas a humo evanescente, al menos a mis ojos ahora. 

        Esta declaración vuelve a ser una liberación y un gran alivio. Para qué queda entonces este blog, la utilidad que le daré, ya se irá viendo.