6 Por pura obediencia a su padre, y no porque lo entendiese en absoluto, él acabó participando en la fiesta de bienvenida y recuperación de su hermano, de su restitución en posición y dignidad. 7 También había que entenderle a él, ¿no? Él se había quedado allí, su hermano fue un insensato, y volvió porque no tuvo más opciones que hacerlo, él se quedó allí, y todo era trabajar para la familia, y lo respetaba, a su padre, jamás se le ocurrió una idea tan loca, él lo hacía bien, para su padre, para los roles, para la ley escrita y no escrita y para Dios, y eso jamás se celebró, mientras su hermano lo pasaba chachipiruli a tutiplén con un dinero que aún no le correspondía, él permaneció y su padre ni un mal cabrito para celebrar ni nada, no era como uno de los hijos de Job, que hacían banquete por día, turnándose, y ahora… 8 Y tenía cosas por las que preocuparse a largo plazo. Su hermano desaparecido volvía a serlo, su hermano, con todos sus derechos pero, ¡eh!, él ha dilapidado la parte de su herencia, ¿volvería a heredar? Porque de hacerlo, la parte que le correspondiera en realidad la estaba quitando de la suya… 9 ¡Hombre!
10 Hasta que no se acostumbraron a tenerlo de nuevo,
él no llegó a comprender un poco la decisión de su padre. Y porque su hermano
se portaba muy bien. 11 Era sincero el pródigo: se levantaba el primero
por las mañanas para trabajar, con mucho entusiasmo, 12 parecía el más
diligente de los esclavos de su padre en lugar de su hijo, y eso que a él no le
daban con la vara ni la correa, el capataz nunca lo haría, y agradecía cada
bocado, con sus gestos y actitud. 13 Lejos de sus malas profecías, el
pródigo nunca pidió banquete más, y siempre tuvo conciencia de no abusar de
nada. Es más, para todo se ponía a sus órdenes, nunca le contradecía en nada, y
eso lo tranquilizó. Pero hacía cosas raras, como comer menos para compartir su
pan, no solamente con los suyos, con sus trabajadores, sino con otros de fuera,
e intercedía a su padre de vez en cuando por gente que estaba necesitada. 14
Se acordaba de lo mal que lo pasó, de lo que le impulsó a regresar. Eso podía
ser peligroso… 15 No se comportaba
con la autoridad propia de un heredero, podría llegar a convertirse en un
coladero de pedigüeños y veríamos, veríamos… Pero no, porque él simplemente
intercedía, pero se quedaba ahí, obedecía a su padre y a él mismo, bien. 16
Por eso ahora tenía algunos momentos de lucidez que le permitían ponerse en el
lugar de su padre. Pero eran algo breves, porque solamente le pasaba cuando en
su mente y corazón no estaban los conceptos de justicia y derecho, solamente de
humanidad. 17 Él también era su hijo, y su padre tenía derecho a amarlo
y volcar sobre él toda la misericordia que quisiese.
18 Pero 19 también era un problema, ahora
tenía que luchar en su interior contra otro pecado, la envidia, él era muy
religioso, sabía que era envidia, no se autoengañaba. Su hermano venía con
otros conocimientos y experiencias de la ciudad donde estuvo. Sabía mucho de
vinos, como un sibarita, y de lo que gustaba allí y en la zona. 20 Sabía
de especias y de telas, de bálsamos y perfumes, y muchas veces era él el
encomendado para ciertos negocios y compras. Lo veías ahí paradito, humilde,
innecesariamente ya con el rabo entre las piernas, pero cuando salían esos
temas sabía más que ninguno. 21 El lote que se habría dado allí, la
gente a la que habría conocido… 22 Ya no se dejaba engañar: pastoreando
cerdos tuvo mucho tiempo para reflexionar cómo le habían engañado, cómo nadie
le paró los pies, cómo se aprovecharon, qué insensato fue, hubo mucha reflexión
que le llevó a una mejor comprensión de ciertos negocios sucios de los que él
fue víctima voluntaria y ciega, del comportamiento egoísta de algunos, algunos
muchos, y de la cara y cruz de la virtud y el vicio. 23 Ahora era otro,
no iba a lo loco, y aprovechaba inteligente y sagazmente los conocimientos de aquello
que lo devoró, era el experto en eso. Y también sabía otras cosas.
24 Sabía de hombres y mujeres. Con un concepto de ese
tema que iba más allá del interés y el tener descendencia, la verdad es que sus
desmanes le hicieron conocerse mucho. Valoraba ahora la compañía, sabía que
tendría siempre impulsos sexuales y necesidad emotiva, se buscó pronto a una
compañera que hizo esposa, más joven que él pero buena, él la quiso un tanto
ingenua y buena, y se amaban, prodigaba por ella, otra vez pródigo, mucho amor
y respeto, y le hacía y le pedía cosas en la cama, o lecho, que aprendió de
haber estado con putas que se enriquecieron o salieron del paso, dependía de la
puta, cuando estuvo allí. 25 Su hermano iba descubriendo ahora la
verdadera naturaleza femenina, que nada tenía que ver con las rameras que se
dedicaban a practicar un oficio lo mejor que sabían, con halagos y adulaciones,
y también se reafirmaba en su masculinidad sexual, emocional y personal. 26
Fue listo. 27 Era consciente de lo fuerte que era el sexo, que una vez
pasado el trance del regreso y viéndose restituido, pronto vendrían los
impulsos y las tentaciones: con los cerdos, soñando con arrebatarles sus
algarrobas, había estado mucho tiempo, y ahora se veía como se veía, no lo iba
a consentir, lo cortaba de raíz, se buscó pronto esposa para amarla y
respetarla todos los días de su vida, ¡joder! 28 Pues sí que había
aprendido la lección, su hermanito. Y él se carcomía de envidia en ocasiones,
enredado en relíos teológicos, míticos y supersticiosos un tiempo. Así que,
igual que su hermano con el sexo, él decidió ser como él con la envidia, que es
un pecado peor que el adulterio y la fornicación, digan lo que digan muchos
siglos después esa gente del club de lectura de cartas ajenas, igual a los
locos y sabios corintios que a un pobre tal llamado Timoteo o a los lunares
efesios, que aquí no se niegan las profecías y se puede mirar a futuro. A ver,
era peor sin duda, la envidia es peligrosa, puede llevar al homicidio… 29
Bueno, todo puede llevar al homicidio, pero si no lo entendía mal, fue la
envidia lo que llevó a Caín a matar a Abel, ¿no? 30 Como sea, que
después de que regresó su hermano todo en su mente parecía cada vez más
teológicamente patas arriba, su padre estaba contento con su matrimonio, y su
madre también, para ellos fue la confirmación de que su hijo había sentado la cabeza,
y un consuelo, y eso estaba bien. 31 Si luego se oían gemidos de placer
nocturno en donde su hermano, tampoco habría por qué decírselo y, en realidad,
eso tampoco importaba, porque esta época es anterior a la victoriana y no está
mal visto el gozarse así a tu pareja legítima ni siquiera entre los religiosos,
esos son temores del después, que aquí hasta los niños y también las niñas ven
a diario como el carnero se folla a la oveja e incluso igual si le pones varas
ante los ojos mientras la empotra consigas cierta eugenesia de provecho.
32 ¡Oye!, pues, la verdad, la reacción que acabó
teniendo este hombre fue al final muy positiva, ¿no? 33 Porque con tanta
lucha cognitiva y emotiva, acabó por admirarle en lugar de envidiarle. Y, para
pesar de sus padres, él también fue corriendo a pedir la parte de su herencia,
ya tan mayores sus padres… 34 Una especie de crisis de los cuarenta a
los veintimucho, que en esta época se vivía menos. E igual.
35 Indignados estaban todos cuando, tiempo después,
regresó. Su padre, tan anciano que tenía demencia senil, no paraba de llamarlo
ingrato e hipócrita solapado, ¡cómo se atrevía a volver! 36 Y su
hermano, con sus cuatro hijos ya, meneaba la cabeza y hasta le escupió en la
cara. 37 ¡Cómo hacerle eso a su propio padre! 38 “¿Tú sabes lo
que hemos pasado aquí?”, y el pobre, antes de verse morir en la indigencia y la
indignidad, se quitó la vida, colgándose de la rama de un algarrobo. 39
Lo cual, como sabemos, lo conduce como por un tobogán de un parque acuático al
Seol o, peor, al puto infierno.
(Tomado de la Epístola Apócrifa de mis Narices a
los Bellavistenses, 3:6-39, en la versión panhispanoamericana modernizada y
cotejada. Cf.
El comentario de la Thompson y la Harper-Caribe al libro de Ester:
alguna relación encontrarás, tú exprímete el cerebro y ya verás).
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