lunes, 9 de junio de 2025

LA SEXUALIDAD EN RELACIÓN CON EL DESPERTAR DE LA MADUREZ: BREVE APUNTE DEL "GILGAMESH" EN COMPARACIÓN CON ALGUNAS REFERENCIAS BÍBLICAS

 El Gilgamesh no es cualquier libro, ni mucho menos. Nos traslada a una primera mitología y una primera epopeya de la civilización que empezó a escribir, que sepamos: Sumeria. Yo lo leí hace ya un tiempo, no recuerdo la fecha, entre 2015 y 2017 probablemente, en la edición de Stephen Mitchell (Alianza Editorial; Madrid, 2004). Y como ahora estoy con eso de releer los libros que están en la base bibliográfica de Amae pop blue (y este lo está, como lo está la Biblia, y se pondrá más de manifiesto en el Volumen II vía Ugarit y Nikkal) y a un tiempo con eso de tragarme un vídeo tras otro sobre civilizaciones antiguas (y, claro, aparece el Gilgamesh en uno de ellos), pues vuelve impelente el impulso de acercarme a él de nuevo. A su lectura tranquila: apunta hacia el verano que eso suceda.





     De esa época de mi primera y hasta ahora única lectura de esta ancestral historia fueron unas palabras que escribí de determinado episodio, del principio del poema, y que conecté tanto con la Biblia como con intentos de exploración de significados sobre las relaciones y el sexo en mi interior, en una época en la que mi fe cristiana (evangélica) estaba bastante robusta y, por eso, por su fortaleza, no se conformaba, no se encerraba en la celda del ermitaño para no querer saber nada del mundo, tanto exterior como íntimo, con ese tan mal traído que estamos en el mundo pero no somos del mundo, un versículo-excusa, como tantos otros, para mil zarandajas de cada cual. ¡Claro que somos del mundo!, diría yo ahora. Una fe fuerte está segura, y con esa seguridad te ves legitimado para deambular por cualquier zona. Así estaba yo en esa época bendita, lúcida y ciega.


     Es por ello que acudo a este blog para re-transcribirlo y no al otro blog más general, donde creo que en su momento lo hice, pero ese yo era otro. Porque aunque es una especie de reseña o impresión lectora, en una suerte de intento de literatura comparada Gilgamesh-Biblia, también es cierto que para mí en ese momento la Biblia era Palabra de Dios, de un lado, y que con pasajes de ambas obras, de otro lado, trataba de descubrir o dotar de significados a realidades. Que tal vez sean más sencillas sin tantas parafernalias, no sé.

     Tampoco lo transcribo aquí tal cual, porque yo en muchos aspectos ya no pienso igual, y no de un día para otro porque me haya dado un arrebato, desde luego que no. Más bien por un largo camino intelectual, emocional y espiritual no exento de pruebas, en muchos sentidos de la palabra pruebas. Lo transcribo con modificaciones, actuales, para ofrecer más la parte de impresión lectora que otra cosa.


                                                                      *


Enkidu, ser primordial de la mitología sumeria (de la ciudad de Uruk) pierde su fuerza e inocencia al abandonarse a la lujuria (1), muy prolongada, en brazos de Shamhat, que en sí misma es una trampa sexual puesta allí por Gilgamesh (obsérvese que va con el trampero y que la deja allí como una trampa más).

     En este principio del poema vemos testimonios muy tempranos de ahora muchos tópicos literarios: el locus amoenus, la Edad Dorada, el beatus ille,... La idea en este pasaje es que al practicar sexo (más que puro, duro; quiero decir, sexo per se, nada de enamoramientos ni tampoco de matrimonios), Enkidu deja de ser "primordial". Por un lado, pierde su inocencia, su nobleza de corazón, digamos (aun siendo un salvaje, medio animal), su infancia prolongada, hasta tal punto que, después de su unión sexual con Shamhat de tres días y dos noches (2), si no recuerdo mal, la naturaleza ya no reconoce a Enkidu, y los animales, que eran hasta entonces sus compañeros y amigos, huyen de él. Pero, por otra parte, esta forma de practicar el sexo es explícitamente expuesta como una manera de crecer en conocimiento, de madurar. Shamhat, no en balde, es una prostituta sagrada, una sacerdotisa. Este concepto lo vemos aquí en Sumer como en muchas otras culturas, de la que no escapa (ni quiere) la griega, como sabemos, ni la hindú.

     En el Antiguo Testamento lo encontramos también en Canaán, en los pueblos que habitaban la Tierra Prometida antes de su conquista, y no precisamente en pueblos lingüística, cultural y étnicamente alejados de los hebreos, si seguimos el texto veterotestamentario. El Moab, primo de Israel, de Balac y Balaam, lo practicaba, y las moabitas "tientan" al pueblo con este, para nosotros, desenfreno sexual, o desinhibición, como se relata en el libro de Números (si eres creyente o aficionado lector a la Biblia, busca tú capítulo y versículos, te será fácil; y si no lo eres, creo que te dará bastante igual que no me tome yo la molestia de poner esa referencia, para mí es tarde ahora y algo farragosillo dedicarme a buscar versículos en este momento). Esto es del todo reprobado por el Dios de este relato, con nefastas y sangrientas consecuencias para quienes sucumbieron a estas prácticas. Por dos motivos: el primero, porque era un rito en honor a otro dios, no un acto "puro" de libertinaje (aquí, las hijas de Moab no dejan de ser en cierto modo sacerdotisas oficiando a un dios ajeno a Israel). Es un acto cargado de significado religioso, es una práctica idolátrica. El disfrute del sexo libre, de una orgía, no deja de ser el "cebo", la "recompensa" superficial y carnal para, en el fondo, estar practicando un "sacrificio" a un dios concreto.

      El segundo motivo, porque no era más que una manera de "integrar" a los israelitas entre los moabitas (hablamos siempre desde el enfoque del texto), al participar de una misma fiesta que supone unirse carnalmente a las hijas de Moab. A corto plazo, estos israelitas disfrutaron del sexo con ellas, pero ya un príncipe hebreo se había traído como mujer a una princesa moabita, ya se prefiguraba el largo plazo. Israel estaba allí para conquistar aquella tierra con unas instrucciones de devastación muy claras. Se arrasaba y se cometían genocidios, según el Antiguo Testamento, para evitar las mezclas, los dioses ajenos, la influencia cultural, la pérdida de una identidad que es más bien tesis de un texto escrito a posteriori, pero que, como decimos, nos ceñimos al propio texto. Aquí, el rey de Moab buscaba la maldición del pueblo de Dios. ¿Qué sería, entonces, lo siguiente?: la convivencia, la disolución (una integración que habría de engullirlos, como más adelante veremos en toda la historia bíblica de Israel).

     En el Gilgamesh, lo salvaje es el estado inocente y primordial de Enkidu. Lo maduro, la sociedad urbana de Uruk, que proporciona caminos de conocimiento entre los que se incluye este sexo ritual. Pero Shamhat no es Eva. No hay unión, no digo ya mental, emocional o espiritual, sino de cualquier tipo un poco más allá del mero sexo, entre ambos, al menos que sepamos, al menos algo duradero. Sin embargo, el sexo que practican sí que podría parecernos a nosotros salvaje, alejado de lo inocente (cada vez menos en nuestra sociedad actual, habría que decir). Es explícito, impersonal y directo; instintivo, animal, pornográfico (para nosotros, me refiero).

     Y no se nos oculta que se trata de una treta, una trampa, una estratagema, cuya finalidad no es la madurez de Enkidu, sino su corrupción, que es la visión del pecado entrando en la Humanidad, en cierto modo. A esta visión se opondrá la de los patriarcas bíblicos (3), que "salen" de allí, no de Uruk pero sí de Ur, con otra moral bien distinta. La madurez parece dirimirse en otros términos (decencia, honradez, ya sabemos).

   Ambos conceptos conviven en nuestra sociedad. Digo esto ingenuamente a propósito: han convivido en todas, o al menos lo intentan, matrimonio, amor, respeto, honradez y decencia junto con disfrute, instinto, naturalidad, carnalidad, no es necesario pensar que están tan disociados. Decía: Ambos conceptos conviven en nuestra sociedad, que parece estimularte a ambos caminos con diferentes formas de presión a uno y otro lado. Y se produce el choque. Especialmente por la falsa sensación que ha existido y tal vez aún exista de que hay que salvaguardar la inocencia del Enkidu primordial contra la tentación, reprimiendo unos impulsos bastante difíciles de controlar. Es que tanto Shamhat como Enkidu pertenecen a la otra moral, la otra cultura, la otra cosmovisión, siempre la vemos como la ajena, la excéntrica, la alternativa, la temporal. Y entrar en ese juego es peligroso. No somos Enkidu tentados por Shamhat. Pero tampoco un patriarca sin Ley aún que sale de Ur como si nunca hubiera vivido en ella.

      

NOTAS

(1) No hay que ser muy avispado para darse cuenta del paralelismo con historias como la de Sansón con Dalila. Lo interesante de esta nota no es tanto hacerlo notar, valga la redundancia, como reparar en el hecho de la dificultad de saber qué fue antes. La historia de Enkidu con Shamhat es bastante anterior a la de Sansón con Dalila, pero para muchos de nosotros, mentalmente, es al revés, dado que conocemos la historia del hebreo con la filistea desde muchísimo antes. Estas distorsiones cronológicas en nuestra psique, individual y colectiva, juegan muy malas pasadas.

(2) ¿En qué piensa primero uno cuando lee estas cosas? ¿En la durabilidad y potencia de Enkidu o en la elasticidad y resistencia de Shamhat, y especialmente en sus espaldas? Porque, al leer/escuchar esta parte, nosotros los de ahora algo pensamos. Vale que es un mito, y ya han pasado y van a pasar sucesos monumentales y extraordinarios, como buen mito, pero, ¡ele!, aquí nadie va a tirar ninguna primera piedra con el hecho de que, ¡vaya tela!, las cosas que pasan por la mente...

(3) La que se suele retratar en los textos, no siempre, y especialmente la que muchos visualizamos al abrir la Biblia si se considera sagrada. Entre los patriarcas, en esa sociedad, además de poligamia también hay prostitutas, infidelidades, ... A veces se relata, pocas, pero se hace, pues el Antiguo Testamento no es victoriano ni puritano, no se olvide.

No hay comentarios:

Publicar un comentario