miércoles, 6 de agosto de 2025

LO BUENO DE LAS ORTODOXIAS Y LOS DOGMAS

Lo bueno de las ortodoxias, los dogmas y las tradiciones es su efecto formol, que no pueden evitar por su propia naturaleza. Bueno, eso y que ofrecen una estructura estable percibida como verdadera, inapelable y que puede resolver todo con un a, b, c parsimonioso, una necesidad muy infantil esa, la de la red de seguridad abajo, imprescindible para cualquier inicio pero que impide la madurez si se desea progresar algo. Pero, ¿quién lo desea, con lo a gusto que se está así?

     Si una ortodoxia se fundamenta en revelaciones, transmisiones y textos, hay aspectos a los que no puede renunciar aunque contradiga a la verdad general que desea transmitir. A veces lo hace de manera fosilizada, y por lo general requiere de un gran esfuerzo de encaje exegético, las interpretaciones que hay que dar para que quepan dentro del molde expuesto y así "demostrar" que no existe ninguna contradicción.

     Se intentan manipular, claro, de forma sutil o descarada. Pero ellos mismos se ponen el límite, por más capas de barniz anacrónico que se les pase por encima. Especialmente si un pilar de esa ortodoxia es el respeto por los textos, orales o escritos, y aún más si se catalogan de sagrados. Me refiero a cualquier ortodoxia, de cualquier religión e ideología política. Si hablo de la Biblia, es porque la conozco bien, no por tirria ni ningún otro motivo que no sea el ilustrativo. Las ortodoxias judeo-cristianas montan primero los raíles y luego tratan de que las ruedas de sus textos encajen en ellos. Y cuesta. Por el efecto formol: por más que se establezca un canon, se elijan las copias y traducciones más adecuadas, los siglos pasan, la ortodoxia cambia, el mensaje cambia, el texto permanece. Por eso se cuelan inevitablemente, aunque omitiendo y silenciando mucho, o con lenguaje indirecto, o con interpretación del acontecimiento, ese Melquisedec, un Samuel muerto transmitiendo un mensaje de parte de Dios a través de una vidente, un ángel que remueve un estanque para sanar al más rápido (cruel competición), Elohim (que es un plural), un Evangelio gnóstico junto a los sinópticos, un sacrificio humano digno de los mejores mitos griegos, magos egipcios haciendo milagros también, un pueblo politeísta y polígamo desde el principio, un Eclesiastés contradictor y el hombre más sabio del mundo por don divino que, en esa sabiduría, acaba rindiendo culto a dioses de diversas partes del mundo que conocía, un Cantar descafeinado por el bla, bla, bla incesante de pudibundos sin vergüenza, etc., etc., etc. 

      Y así con todas las demás ortodoxias, dogmas e ideologías. Seguro que puedes encontrar contradicciones así en cualquiera de ellas, que preservan en una cápsula intemporal conocimiento y hechos que, de otro modo, no sabríamos.

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