
LO QUE SIGNIFICA SER UN GUSANO
El verbo humillar viene del latín HUMUS, que significa 'terreno, tierra, suelo'. El lugar donde habitan las lombrices. Los gusanos no están exactamente en la superficie del suelo, sino en el suelo, dentro del suelo, bucean en el suelo, muerden polvo, comen barro: eso es humillarse y eso es ser humillado. Los seres humanos estamos hechos para caminar erguidos, pero venimos del polvo, salimos del HUMUS, y compartimos en nuestra propia naturaleza la dignidad de ser hechos a imagen y semejanza de Dios, con mayor gloria que los propios ángeles, la joya de la creación, y la suciedad y oscuridad del pecado, con instintos carnales que deshonran a nuestro Creador, absolutamente egoístas e incapaces, hasta el punto de acabar siendo y viéndonos como gusanos. Y hay golpes de humillación en la vida que nos tumban y reptamos y tragamos detritus en el suelo (no simplemente sobre el suelo), en el barro, en el lodo, en la lama. Lama, que a mí se me enseñó que era palabra prerromana, aunque el DRAE le da como origen el latín, tiene como primera acepción en este mismo diccionario: 'Cieno blando, suelto y pegajoso, de color oscuro, que se halla en algunos lugares del fondo del mar o de los ríos, y en el de los recipientes donde hay o ha habido agua largo tiempo'; lo que te da verdadero asco tan solo pisar si te metes en una charca o alberca. Es el lugar ideal para el verdín, por eso lama en en Colombia y México es 'moho', y en Chile, Colombia, Honduras, México y Puerto Rico es también 'musgo'. Los lugares con lama, por cierto, son fértiles: Egipto y Mesopotamia dependían de ella.
La lama se opone, casi como un antónimo, a otra palabra prerromana, gándara, 'tierra baja, inculta, llena de maleza', pero, por extensión, un desierto: y caminar por el desierto será, sin duda, una experiencia de humillación; es otro tema. Yo estoy ahora con los gusanos, que viven en el barro húmedo, materia pegajosa que es mezcla machacada de muchas cosas, no es simplemente arena mojada, sino que, aparte de mierda, tiene mezclados muchos restos orgánicos diminutos o microscópicos de lo que en su día fueran cadáveres enteros. Ahí es donde vamos cuando somos humillados.
Este artículo me lo ha inspirado, una vez más, Stuart Park (Desde el torbellino, p. 299; vid. nota 1 y única) y obviamente es impulsado por mi propia experiencia. Bildad habla en Job 25: 5, 6. Las palabras de los amigos de Job no son acertadas, están fuera de la voluntad de Dios al dirigirlas como dardos contra el sufriente, y por esas palabras, que tan limpias y justas nos parecen, habrán de humillarse ante Dios, en arrepentimiento, si no quieren ser destruidos. Ten mucho cuidado con tu ortodoxia y tus grandes verdades. Ten mucho cuidado con tus conocimientos. El Tentador y Acusador, el Ladrón y Homicida, sabe usar y usa hasta la misma Palabra. Lo ves en las tentaciones de Jesús en el desierto, lo ves en el mismo Job. No vaya a ser que dañes a hermanos más débiles y los pierdas con tu erudición, tus conocimientos o tus experiencias o sentimientos en el Señor. No vaya a ser que juzgues y ataques al que es más justo que tú. Tenemos que ser humildes, estar a ras de suelo al menos. La Palabra de Dios no es un molde que se aplica en todos los casos, no es un manual de derecho, no seas tan simple. Espero poder hablar pronto aquí de cómo muchos cristianos nos tomamos las obras de la carne de Gálatas 5: 19 ss. como si fuera una ley de aplicación autómata de lo que no hay que hacer, cuando la primera parte del capítulo trata, precisamente, de la incapacidad del ser humano, del hebreo en este caso, de cumplir con la Ley de Moisés, de una ley más excelente que es la de la libertad (que no es excusa para satisfacer los deseos de la carne, y ahí vamos...).
Pero podemos extraer verdadera enseñanza de las palabras de Bildad y recordar lo que somos delante del Señor. Que nuestros días son cortos, porque a causa del pecado nuestros cuerpos se corrompen, envejecen, enferman y mueren. Que no podemos competir en excelencia y luz con la luna, el sol y las estrellas, siendo estas nada en comparación con el Señor. Park nos lleva a Romanos 3: 23: ¿Qué podemos decir delante de Él? No tenemos justificación, salvo en Jesús, porque no tenemos excusa y a Dios no podemos engañar. ¿Cómo engañar al que ve en lo secreto y conoce las intenciones del corazón?
Y para esto, Jesús se tuvo que humillar hasta el punto que se expresa en el salmo 22:6:
Mas yo soy gusano, y no hombre;
Oprobio de los hombres, y despreciado del pueblo.
Debemos crecer, ser edificados y edificar. El Señor levantará nuestras cabezas si nos humillamos ante Él. Pero también somos seres en perpetua necesidad de restauración. Estamos siempre "en obras" y, en muchas ocasiones, "fuera de servicio". Acabo como Park, con Ro. 8: 21, 23:
… porque también la creación misma será libertada de la esclavitud de corrupción, a la libertad gloriosa de los hijos de Dios. […]; y no solo ella, sino también nosotros mismos, que tenemos las primicias del Espíritu, nosotros también gemimos dentro de nosotros mismos, esperando la adopción, la redención de nuestros cuerpos.
Para el Señor, no somos gusanos. Somos verdaderamente preciosos a sus ojos. Por nosotros entregó a su Hijo. Él nos levantará, como levantó a Jesús de entre los muertos.

NOTAS:
1. PARK, S. STUART: Desde el torbellino. Ediciones Camino Viejo. Primera edición, Valladolid, marzo de 2012; p. 299.
Texto: José Alfonso Bolaños Luque
Imágenes: photopin.com