martes, 9 de mayo de 2023

"UNAMUNO" ES UN PREMIO PROTESTANTE

 

LOS PROTESTANTES ESPAÑOLES TIENEN UN PREMIO LLAMADO UNAMUNO: ¿APROPIACIÓN INDEBIDA O, AL MENOS, IMPROPIA?

 

Escribo un lunes 10 de abril de 2023, y acabo de ver de rebote que los protestantes españoles le darán el próximo jueves su premio Unamuno al alcalde de Sevilla. Y mucho se me ha removido en los adentros. Digo “de rebote” porque hace bastante tiempo que tomé la saludable postura de alejarme del circuito protestante, algo que mi salud emocional agradece, se acabó la contemplación de discusiones con aires de importancia de cuestiones del tipo fariseos vs. saduceos, donde la supuesta verdad irrevocable y clarísima de unos se enciende contra la verdad irrevocable y clarísima de otros. Y perdónenme por hablar tan directo, pero hacerlo así me produce la sensación, seguramente falsa y sin altura, de hacerlo como lo haría el propio don Miguel de Unamuno. Por lo menos, espero una cierta semejanza: él no se cortaba y, por cierto, el propio Jesús tampoco, como sabemos. Siempre he creído ver que en cierto modo un aspecto que acercaba a Unamuno a Jesús era la falta de hipocresía y la expresión libre y directa de sus pensamientos, aunque no esté de acuerdo con algunos de ellos, me refiero a los de Unamuno.

                Siempre fue polémico por eso. No dejaba indiferente a nadie. Es por ello que un poco le homenajeo así, porque esto de las polémicas y las discusiones, las réplicas y contrarréplicas, cada año que pasa me repugna más, tanto esfuerzo infructuoso, un pa na murochocante. Aunque tampoco me gustaría que te dejases llevar por este juego verbal, no quiero engañar a nadie, no me disgusta tanto, a pesar de lo que expondré, en última instancia me agrada que, de un modo u otro, alguien se acuerde de Unamuno y ponga su nombre a sus premios, para mí es muy especial. Unamuno es parte de mi vida. El descubrimiento de su persona y obra, tan joven yo, tan protestante yo entonces, me deslumbró y me fascinó, podría decirse que por él soy profesor de Lengua Castellana y Literatura de Secundaria. Aunque después derivé por otros lares literarios, no puedo olvidar la lectura de su teatro con apenas dieciséis años y especialmente lo que me impactó Niebla.

                Y, por supuesto, no me voy a poner a investigar, no sé qué me pasa últimamente que tengo cosas mejores que hacer que enredarme en historias que creen ser más que el bluf vacuo que son. Así que estoy dando por hecho que ese Unamuno del premio se refiere a don Miguel de Unamuno, el escritor de la Generación del 98 y no el jugador de un Betis muy remoto, porque yo, aparte de estos dos, no conozco a más Unamunos.

                Bueno, sigo edulcorando un poco la crítica, si bien con opiniones verdaderas, ya veo que sin proponérmelo estoy construyendo un texto inductivo: uno es libre de poner el nombre que quiera a sus premios. Yo lo habría llamado Premio Delibes, si lo que deseas es asociar tus creencias protestantes a un escritor español de renombre, El hereje es una buena conexión, pero tampoco sé si ese nombre ya está cogido por otro. Y, mira, tampoco hay que ser tan purista: los premios Goya son de cine y no de artes plásticas. Así que, por ahí, nihil obstat. Y además, normal que protestantes españoles de finales del XX y principios del XXI admiren a Unamuno, al fin y al cabo expone al vivo lo que se removía en él acerca de Dios (un tema muy debatido en la filosofía de su época, Dios y su existencia) y la eternidad y el alma para él eran puntos muy importantes, como para cualquier cristiano. Y sé que algún hermano en la fe ha hecho un estudio sobre él, tal vez una tesis, ese detalle no lo recuerdo bien. España tiene, cada vez más diluido, un trasfondo contrarreformista antiprotestante que hace que nos gusten autores más moderados, heterodoxos, más sinceros o individualistas en su fe que grupales: el erasmismo de Cervantes nos encanta (Monroy ha investigado muy bien la Biblia en su obra) y entendemos hasta cierto punto bastante bien a San Juan de la Cruz y Santa Teresa de Jesús, incluso a fray Luis de León. E igual Antonio Machado, nos cae muy bien, aun siendo masón, no dejó de sufrir como nosotros la rigidez doctrinal llevada a lo cruel de cierto catolicismo muy español. Pero ninguno de ellos era protestante; tal vez se debería llamar a este premio Juan de Valdés o hermanos Valdés, eso habría estado más en sintonía con las vibraciones de la palabra protestante.

                Nunca me ha gustado ese afán para mí un tanto propagandístico de los pobres, sufridos y minoritarios protestantes españoles por querer conectar o congraciarse de algún modo con la generalidad de compatriotas a través de personajes célebres con débiles vínculos con nosotros, aunque no deje de ser legítimo: esto no es Holanda ni Alemania, claro, no nos podemos permitir lujos, calvinistas y pentecostales aquí debemos estar unidos a pesar de las distancias, y nos queremos convencer de que tanto un Zwinglio como un Lutero nos representan a todos así sin más, en fin.  Pero no me ha hecho gracia de nunca. Muy atrás me quedan mis lecturas emocionantes de Unamuno, pero es suficiente para saber que, si queremos ser honestos de verdad, a él no le haría gracia que un premio protestante llevase su nombre, y seguramente a un protestante español de su época, ahí escondidito y apenas mencionado, aunque de soslayo aparezca en La Regenta como aparece, tampoco le gustaría. No hay más que empezar a leerse su Del sentimiento trágico de la vida o su En torno al casticismo, te dejo a ti que averigües a cuál de las dos podría estar refiriéndome, y no pasarás demasiadas páginas para leerle contra los protestantes en favor del catolicismo que él mamó desde pequeño. No me parecen bien esas libertades, y menos con Unamuno, eso es desconocerle, y lo digo sabiendo que mi conocimiento acerca de él no es lo profundo que me gustaría y desearía. Lo bueno de esto es que sé que, por redactar este escrito, volveré pronto a sus libros.

                Unamuno plantea muchas cuestiones trascendentes que salen tanto de su mente como de su corazón, y son íntimas. No deja de planear Schopenhauer por ahí, entre otros filósofos, recordemos que Unamuno era filósofo de principios del XX. Y lo que más plantea son dudas existenciales, como no podía ser de otra manera. A veces parece que le atormenta un tanto el tema de la eternidad, es uno de sus temas, pone sobre la palestra sus dudas, nada de las seguridades versicularias de los protestantes. Se debate acerca de la existencia de Dios o no, y lo que esto último implicaría, vuelve una y otra vez a ponernos delante de los ojos la inmortalidad del alma y lo fundamental de esa cuestión para el ser humano. Pero lo hace en duda agónica. En su parte creyente, lo ves cristiano y católico. Tal vez no ultracatólico, claro, él quiere profundizar, es un debate de su alma, su San Manuel Bueno, mártir va a molestar mucho a la Iglesia Católica de su época, pero, oye, cuando los protestantes leemos esa novela, ¿nos la podríamos imaginar, si la cambiamos un poco, como El reverendo Manuel Bueno, mártir o El pastor Manuel Bueno, mártir? Intenta imaginarlo por un momento, por favor, a ver cómo te sienta: pensar que un anciano de tu iglesia o tu pastor te mantiene en la fe como un placebo para ser feliz en vida terrenal mientras en el fondo él ni cree en Dios ni nada de nada.

                Me encanta Unamuno. Tiene mucho que aportar todavía a sus lectores, protestantes incluidos. Pero ni por asomo lo fue ni se acercó. ¿Cristiano? Sí. ¿Conexiones con la fe evangélica? No te lo niego. Pero, ¿protestante? Ni de broma, sería un chiste que no haría reír a nadie. Por eso no me gusta el nombre de este premio. No como el protestante que cada vez menos soy, más bien como lector que admira intelectual y sentimentalmente a Unamuno. Es una apropiación indebida de su nombre. Y si no lo es, al menos sí un tanto inapropiada.

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