domingo, 14 de agosto de 2016

De la resurrección de Jesús

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CRISTO, CORDERO Y SACERDOTE



Las palabras de Jesús acerca de su resurrección antes de subir a Jerusalén son tan chocantes, que sus discípulos no tuvieron opción de olvidarlas.
3358293956 4e29a96b2c     Su Señor les dijo, profetizando sobre sí mismo, que moriría en cruz y resucitaría. Esto solo puede decirlo un loco, o alguien que sabía que iba a suceder. Y el que escuchase en primera persona esta afirmación que había de cumplirse de manera inminente, tenía fácil resolución: solo había que esperar a verlo.
     En todas las épocas ha sucedido que un ser humano carismático es capaz de tener seguidores  dispuestos a todo, incluso a suicidarse. En la época de Jesús existían, y en la nuestra también.
     Muchos de estos líderes ponen fechas: para el fin del mundo, para que aparezca un ovni, ... Pero después no se cumple. El mundo lo ve y se burla, los seguidores se van arruinados y decepcionados.
     ¿Cómo procesarían estas palabras unos discípulos que tanto habían visto hacer a su Maestro? Y, entre sus muchos milagros, también el de resucitar a otros.
     Observaron cómo se cumplía la primera parte de la profecía: sobrevino el desconcierto y la duda. Siguieron juntos: "¿qué queda ahora de todo?" Siguieron juntos.
     Cristo es, a la vez, el Sumo Sacerdote y la víctima. Él entrega el sacrificio sin defecto (se entregó a sí mismo) y es el sacrificio. Él, como víctima, debe morir y derramar su sangre, y así fue. Pero, para saber que el sacrificio ha sido acepto, el Sumo Sacerdote debe salir vivo del lugar santísimo: y Cristo, nuestro sumo sacerdote, salió vivo al resucitar - ¡es la garantía de que Dios ha aceptado el sacrificio! Y, por tanto, de que estamos reconciliados, de que somos salvos por Él. Sin la resurrección de Cristo el cristianismo carece de sentido, como bien apuntó y dejó escrito algún hombre.

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Texto: José Alfonso Bolaños Luque
Imágenes: http://photopin.com


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