miércoles, 24 de agosto de 2016

PENSAMIENTOS A RAÍZ DE MIS ESTUDIOS DE SUMER (II)

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COSMOVISIÓN, CONDUCTA Y VALORES VITALES

¿Enkidu o Adán?


5801115272 9d83fee920Enkidu, ser primordial de la mitología sumeria (de la ciudad de Uruk), pierde su fuerza e inocencia al abandonarse a la lujuria en brazos de Shamhat (1), que en sí misma es una trampa sexual puesta allí por Gilgamesh. De hecho, esta prostituta ritual es puesta en ese sitio concreto del bosque específicamente por un trampero.
     Se trata de un testimonio muy temprano de muchos tópicos literarios (locus amoenus, edad dorada, beatus ille, ...). La idea del mito en esta parte es que al practicar el sexo (más que puro, duro), Enkidu deja de ser primordial. Por un lado, pierde su inocencia, su nobleza de corazón, su infancia prolongada, por lo que la naturaleza a partir de ahí ya no le reconoce y los animales, que eran hasta entonces sus compañeros y amigos, huyen de él. Pero, por otra parte, esta forma de practicar el sexo es explícitamente expuesto como una forma de crecer en conocimiento, de madurar. Shamhat, no en balde, es una prostituta sagrada y, por tanto, sacerdotisa también. Este concepto lo vemos aquí en Sumer y en otras culturas politeístas, de la que no escapa la griega, como sabemos. Muchas veces encontramos la renuncia a las pasiones e incluso necesidades como una vía de conocimiento, de crecimiento, como en el estoicismo, por ejemplo, pero asimismo aparece lo contrario: el exceso y la entrega a esas pasiones vistas del mismo modo, como se adoraba al dios Baco. En la religión hindú es igual; no en balde el Kamasutra no deja de ser un libro religioso. Este concepto aparece de nuevo en la cultura occidental moderna, revestida de un ateísmo-agnosticismo tendente a admitir vías de "enriquecimiento personal" de corte oriental, como vemos reflejado, por ejemplo, en la obra de Hermann Hesse, en su Siddharta, en concreto en la parte donde aparece el personaje de Kamala.
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5194387101 82be84b6a5     En el Antiguo Testamento lo encontramos también en Canaán, en los pueblos que habitaban la Tierra Prometida antes de su conquista, y no precisamente en pueblos lingüística, cultural y étnicamente alejados de los hebreos. El Moab, primo de Israel, de Balac y Balaam, lo practicaba, y las moabitas tientan al pueblo de Israel, que había ocupado su tierra, con este, para nosotros, desenfreno sexual, o desinhibición, en Bet-peor, cuando moraban en Sitim, que se relata en Números (cap. 25) y que es del todo reprobado por Dios, con nefastas y sangrientas consecuencias para quienes sucumbieron a estas prácticas.
      Por dos motivos: el primero, porque era un rito en honor de un ídolo, no un acto "puro" de libertinaje - aquí, las hijas de Moab no dejan de ser sacerdotisas oficiando a un dios ajeno a  ellos. Es un acto cargado de significado religioso, es una práctica idolátrica. El disfrute del sexo libre, de una orgía, no deja de ser el "cebo" (el "reforzamiento", diría un psicólogo), la "recompensa" superficial y carnal para, en el fondo, estar practicando un "sacrificio" a un dios concreto. Este es el mismo reparo, en parte, de los cristianos que no comían de lo sacrificado a los ídolos (2) y, en definitiva, los fastos contrarreformistas en Semana Santa y, sobre todo, las romerías para muchas personas, son un cierto reflejo de esto, en el sentido de la contradicción que conlleva la mezcla de sexo ilícito con una peregrinación en honor de una Virgen o un Santo. En Yerma, de Federico García Lorca, se observa esta realidad aún hoy persistente en nuestro querido país.
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     El segundo motivo, porque no era más que una manera de integrar a los israelitas con los moabitas, al participar todos de una misma fiesta (3) que supone unirse carnalmente a las hijas de Moab. A corto plazo, estos israelitas disfrutaron del sexo con ellas, pero ya un príncipe hebreo de la tribu de Simeón, Zimri hijo de Salu, se había traído como esposa a una princesa madianita, Cozbi hija de Zur. Con respecto al medio y largo plazo, Israel estaba allí para conquistar aquella tierra con unas instrucciones muy claras. El rey de Moab, Balac, lo sabía bien y buscaba la maldición del pueblo de Dios. Lo siguiente: la "convivencia", la disolución (una integración que habría de engullirlos, como más adelante veremos en toda la historia de Israel).

4470805812 72d19f9687     En el Gilgamesh, lo salvaje es el estado inocente y primordial de Enkidu. Lo maduro, la sociedad urbana de Uruk, que proporciona caminos de conocimiento, entre los que se incluye este sexo ritual. Pero Shamhat no es Eva. No hay unión mental, emocional y espiritual entre Enkidu y Shamhat, entre el hombre y la mujer, en este relato. El sexo que practican sí que nos parece salvaje: es explícito, impersonal y directo; instintivo, animal, pornográfico. Y no se nos oculta que se trata de una treta (4), una trampa, una estratagema bien pensada, cuya finalidad no es la madurez de Enkidu, sino su corrupción, que es la visión del pecado entrando en la Humanidad, en cierto modo.


29123759761 99fae0ca57     A esta visión se opondrá la de los patriarcas bíblicos, que salen de allí (Abraham de Ur), con otra moral bien distinta. La madurez es un concepto que se dirime en otros términos , y la honradez y el crecimiento del alma y la mente también.
     Ambos conceptos, ambas morales, conviven en nuestra sociedad, y están, muchas veces, de sustrato inconsciente de muchos parámetros, criterios y reacciones y comportamientos que poco parecería que tuvieran que ver con la religión y su práctica, con una moral concreta y bien definida. Y se produce el choque, por ejemplo, con el concepto de la virginidad y el matrimonio entre los jóvenes. Pero no es solo que un joven creyente se someta a la mofa de aquellos que piensan que es normal "saber qué es una mujer" de tipo Shamhat (a ellos les parece natural, lógico, necesario para transformarse en adulto), sino por la falsa sensación de que hay que salvaguardar la inocencia de Enkidu contra la tentación, reprimiendo unos impulsos bastante difíciles de controlar. Y es que tanto Shamhat como Enkidu pertenecen a otra moral, otra cultura, otra cosmovisión, otra forma de interpretar el mundo y su realidad: es otro relato. Entrar en ese juego es peligroso. Y es que muchos de nuestros coetáneos tienen ya mezclados ambos conceptos, y sale de ahí un sincretismo mental y comportamental bastante detestable e incoherente, capaz de enojarse por ciertos conceptos de honradez y religiosidad admitiendo a un tiempo actitudes y actos que su propia religiosidad debería excluir tajantemente: quedan restos de aquí y de allá, recuperados de diversos naufragios culturales y filosóficos, unidos frágilmente en un collage insano que no forma un objeto estable sino amorfo.

26117629430 893f4f60b8     Tenlo muy claro. No somos Enkidu tentados por Shamhat, como no somos niños intentando demostrar que los Reyes Magos no son los padres. Porque eso es ya una forma de reconocer que nos autoengañamos, que no hemos "despertado" a su "verdad". Más bien deberíamos luchar por conservar nuestra forma de ver las cosas, nuestro rasero, nuestras unidades de medida, como Abraham, y crecer por ese camino, camino de verdad, aun estando en el mundo, como Abraham y su gente salieron con sus ideas bien claras de Ur, y manejándose en sus propios términos, aún sin Ley.

NOTAS:

(1) Recuerda esto un poco de soslayo a la historia de Sansón, aunque muy por encima. Este pierde su fuerza al serle cortado el pelo, cuestión bastante significativa en esta tímida analogía.
(2) Este escrúpulo sería el caso contrario; en todo caso, si afectaba a la conciencia, de uno mismo o de otros, mejor no comer, según Pablo, más que nada por testimonio y por amor al más débil de conciencia. Esta analogía se aparta un tanto de nuestro discurso, realmente, como la anterior sobre Sansón, y espero que no se malinterprete ni despiste a nuestros lectores.
(3) Si uno va leyendo el Antiguo Testamento por orden, tras pasar por Levítico y gran parte de Números, es desalentador este pasaje, después de haber dedicado tantas páginas a las fiestas santas que los israelitas, y los extranjeros que morasen con ellos, debían guardar.
(4) Valga la paronomasia.

Texto: José Alfonso Bolaños Luque
Imágenes: http://photopin.com

Aunque aquí no se ha transcrito ningún pasaje de la Biblia, solo se han dado referencias a capítulos y versículos, la Biblia que manejo es siempre la de Reina 1960. Y el Gilgamesh que leo es el de Stephen Mitchell.


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