COSMOVISIÓN, CONDUCTA Y VALORES VITALES
¿Enkidu o Adán?

Se trata de un testimonio muy temprano de muchos tópicos literarios (locus amoenus, edad dorada, beatus ille, ...). La idea del mito en esta parte es que al practicar el sexo (más que puro, duro), Enkidu deja de ser primordial. Por un lado, pierde su inocencia, su nobleza de corazón, su infancia prolongada, por lo que la naturaleza a partir de ahí ya no le reconoce y los animales, que eran hasta entonces sus compañeros y amigos, huyen de él. Pero, por otra parte, esta forma de practicar el sexo es explícitamente expuesto como una forma de crecer en conocimiento, de madurar. Shamhat, no en balde, es una prostituta sagrada y, por tanto, sacerdotisa también. Este concepto lo vemos aquí en Sumer y en otras culturas politeístas, de la que no escapa la griega, como sabemos. Muchas veces encontramos la renuncia a las pasiones e incluso necesidades como una vía de conocimiento, de crecimiento, como en el estoicismo, por ejemplo, pero asimismo aparece lo contrario: el exceso y la entrega a esas pasiones vistas del mismo modo, como se adoraba al dios Baco. En la religión hindú es igual; no en balde el Kamasutra no deja de ser un libro religioso. Este concepto aparece de nuevo en la cultura occidental moderna, revestida de un ateísmo-agnosticismo tendente a admitir vías de "enriquecimiento personal" de corte oriental, como vemos reflejado, por ejemplo, en la obra de Hermann Hesse, en su Siddharta, en concreto en la parte donde aparece el personaje de Kamala.

Por dos motivos: el primero, porque era un rito en honor de un ídolo, no un acto "puro" de libertinaje - aquí, las hijas de Moab no dejan de ser sacerdotisas oficiando a un dios ajeno a ellos. Es un acto cargado de significado religioso, es una práctica idolátrica. El disfrute del sexo libre, de una orgía, no deja de ser el "cebo" (el "reforzamiento", diría un psicólogo), la "recompensa" superficial y carnal para, en el fondo, estar practicando un "sacrificio" a un dios concreto. Este es el mismo reparo, en parte, de los cristianos que no comían de lo sacrificado a los ídolos (2) y, en definitiva, los fastos contrarreformistas en Semana Santa y, sobre todo, las romerías para muchas personas, son un cierto reflejo de esto, en el sentido de la contradicción que conlleva la mezcla de sexo ilícito con una peregrinación en honor de una Virgen o un Santo. En Yerma, de Federico García Lorca, se observa esta realidad aún hoy persistente en nuestro querido país.
El segundo motivo, porque no era más que una manera de integrar a los israelitas con los moabitas, al participar todos de una misma fiesta (3) que supone unirse carnalmente a las hijas de Moab. A corto plazo, estos israelitas disfrutaron del sexo con ellas, pero ya un príncipe hebreo de la tribu de Simeón, Zimri hijo de Salu, se había traído como esposa a una princesa madianita, Cozbi hija de Zur. Con respecto al medio y largo plazo, Israel estaba allí para conquistar aquella tierra con unas instrucciones muy claras. El rey de Moab, Balac, lo sabía bien y buscaba la maldición del pueblo de Dios. Lo siguiente: la "convivencia", la disolución (una integración que habría de engullirlos, como más adelante veremos en toda la historia de Israel).


Ambos conceptos, ambas morales, conviven en nuestra sociedad, y están, muchas veces, de sustrato inconsciente de muchos parámetros, criterios y reacciones y comportamientos que poco parecería que tuvieran que ver con la religión y su práctica, con una moral concreta y bien definida. Y se produce el choque, por ejemplo, con el concepto de la virginidad y el matrimonio entre los jóvenes. Pero no es solo que un joven creyente se someta a la mofa de aquellos que piensan que es normal "saber qué es una mujer" de tipo Shamhat (a ellos les parece natural, lógico, necesario para transformarse en adulto), sino por la falsa sensación de que hay que salvaguardar la inocencia de Enkidu contra la tentación, reprimiendo unos impulsos bastante difíciles de controlar. Y es que tanto Shamhat como Enkidu pertenecen a otra moral, otra cultura, otra cosmovisión, otra forma de interpretar el mundo y su realidad: es otro relato. Entrar en ese juego es peligroso. Y es que muchos de nuestros coetáneos tienen ya mezclados ambos conceptos, y sale de ahí un sincretismo mental y comportamental bastante detestable e incoherente, capaz de enojarse por ciertos conceptos de honradez y religiosidad admitiendo a un tiempo actitudes y actos que su propia religiosidad debería excluir tajantemente: quedan restos de aquí y de allá, recuperados de diversos naufragios culturales y filosóficos, unidos frágilmente en un collage insano que no forma un objeto estable sino amorfo.

NOTAS:
(1) Recuerda esto un poco de soslayo a la historia de Sansón, aunque muy por encima. Este pierde su fuerza al serle cortado el pelo, cuestión bastante significativa en esta tímida analogía.
(2) Este escrúpulo sería el caso contrario; en todo caso, si afectaba a la conciencia, de uno mismo o de otros, mejor no comer, según Pablo, más que nada por testimonio y por amor al más débil de conciencia. Esta analogía se aparta un tanto de nuestro discurso, realmente, como la anterior sobre Sansón, y espero que no se malinterprete ni despiste a nuestros lectores.
(3) Si uno va leyendo el Antiguo Testamento por orden, tras pasar por Levítico y gran parte de Números, es desalentador este pasaje, después de haber dedicado tantas páginas a las fiestas santas que los israelitas, y los extranjeros que morasen con ellos, debían guardar.
(4) Valga la paronomasia.
Texto: José Alfonso Bolaños Luque
Imágenes: http://photopin.com
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