martes, 6 de septiembre de 2016

If only one ...


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SOLO UNA SEMILLA


Tu fidelidad es grande,
tu fidelidad incomparable es.
Nadie como tú,
bendito Dios,
grande es tu fidelidad.


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Dick Eastman dedica un capítulo de su estupendo libro La Universidad de la Palabra a la fructificación del creyente. Al reflexionar sobre el crecimiento espiritual, repasa uno a uno los frutos del Espíritu mencionados en Gálatas. Al llegar a la fe, habla de la fidelidad (un espíritu fiel), por cuanto se trata de la traducción de la palabra griega pistis, y tiene ese sentido, el de fidelidad. Termina esta sección con dos párrafos de colofón:



27822726883 5bc5ea3a69     El talentoso predicador A. J. Gordon contó de un modesto misionero moravo llamado George Smith, quien, después de una brevísima misión en un país africano, fue obligado a huir de una manera deshonrosa, luego de haber llevado a Cristo a una sola persona, a una mujer extremadamente pobre. George Smith murió poco después, sobre sus rodillas, orando por África.

     Se dice que como consecuencia de este singular incidente, comenzó a propagarse un lento pero seguro despertamiento espiritual. Cien años después, una floreciente misión con 15.000 conversos era considerada como el resultado directo de la fidelidad de ese joven y esforzado misionero a quien muchos calificaron de fracasado. George Smith vivió sólo lo suficiente para ver una sola semilla que echaba raíces y crecía. Pero de esa semilla de fidelidad se originó una cosecha casi sin precedente durante su generación.



     La idea de la semilla aparece muy bien expuesta en el estupendo libro El Maestro de las Emociones, de Augusto Cury. Allí, observamos a Cristo preocupado por sembrar semillas, que luego fructificarán en los corazones de la buena tierra. No buscaba la espectacularidad de supuestos frutos inmediatos, sino de sembrar semillas. Es imposible no acordarme a este respecto de la Iglesia de Navalmoral de la Mata (Cáceres), de la que he hablado hace muy poco. No solo a cuento de que una obra así no sea atractiva para un misionero que venga a España, sino por las semillas que durante años, con paciencia y fe, se han ido sembrando allí, ¡entre las cuales están aquellas más profundas de mi ser!
     Aunque, a decir verdad, si observamos el proceder de Pablo en su obra misionera, veremos que ponía especial cuidado en no interferir en las obras de otros misioneros, un gesto, creemos, que sobrepasa la mera cortesía entre hermanos; más bien tiene un sentido de eficacia espiritual, tanto a nivel de predicación del Evangelio como de crecimiento de los conversos.
     España tiene un escaso número de cristianos evangélicos en relación con la población total, y hay vastas zonas donde el campo evangelístico supone empezar de cero, ex nihilo. Se trata de un trabajo de paciencia, duro, de testimonio de años, muy sacrificado, con la experiencia de la soledad y la angustia garantizada. Extremadura es un buen ejemplo de esto. ¡Hay muchas almas que no han escuchado la exposición de las buenas nuevas despojada de tradiciones y de la trivialidad de la que se reviste hoy en día en nuestra sociedad!
     Puede ser muy bello enviar a tu lugar de origen fotos de la iglesia donde tú trabajas como misionero llena de hermanos y actividades. Especialmente si procedes de EEUU o Hispanoamérica, donde hay iglesias de cientos de hermanos. En España esto no va así, y si me parece muy bueno el apoyo que nuestros hermanos misioneros aportan a iglesias ya establecidas (a riesgo de que se piense que las almas convertidas de las fotos de las que hablamos son fruto del trabajo de quien no lo realizó), lo cierto es que me sorprendo de que no exista demasiado fervor por aparecer y predicar en lugares donde nunca se ha hecho. De sembrar semillas en tierras aún no trabajadas. Aunque solo se convierta una persona, como la mujer que ganó George Smith para Cristo.

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Texto: José Alfonso Bolaños Luque
Imágenes: http://photopin.com

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