domingo, 17 de noviembre de 2024

"AMAE POP BLUE": UNA NOVELA DONDE SE VAN REVELANDO DEBATES INTERIORES Y SUFRIMIENTOS, POCO A POCO

Tengo la satisfacción enorme, después de tanto tiempo de redacción, de emociones, de tormentos internos y externos, de ver publicado Amae pop blue (https://librosindie.net/product/amae-pop-blue/): una narración ficticia en forma de novela. Es inefable esa satisfacción, ahora no hago otra cosa que hablar de ella, como es lógico, pero no sé si lo hago bien, si soy sincero. Se publica el Volumen I, de un total de tres. Es completamente ficticia, sí, pero siguiendo a Cortázar, lo he metido todo ahí.




     Es muy relevante hablar de ella aquí, ahora explico por qué. De hecho, desde la página web que he creado para ella, remito a este blog y explico un poco allí el motivo (https://amae-pop-blue.webnode.es/sobre-mi/). Y es que, si bien el elemento más saliente de esta novela, desde los ojos del lector medio que se pueda acercar a ella, es el de la experiencia erótica, el crecimiento de la sexualidad del protagonista, que no es asunto menor y se basa en varios pilares, algunos de los cuales se han tratado aquí, otro elemento potente es el del debate interior acerca de las creencias heredadas y los valores supuestamente bíblicos que arrastra el protagonista, criado evangélico, un reflejo literario de mis últimos artículos aquí, extremados en algunos capítulos, aunque en el Volumen I, como van apareciendo poco a poco, no se observan en su plenitud, para ello hay que llegar al último Volumen III. La Biblia aparece, o se atraviesa sutilmente, de muy diversas formas.

     En los preliminares se alude a un prólogo eliminado que, tal vez, pudiera publicar aquí en otro momento. Ahora no, sería desvelar lo que la novela ha querido ocultar. Pero el lector de este blog lo entendería muy bien, y todas sus conexiones conmigo sin malentenderlas. Yo ahora, cómo no, invito a hacerse con la novela, leerla y difrutarla, sabedor de que le aportará al lector muchas más cosas de lo que en principio podría suponer.

lunes, 22 de abril de 2024

Los evangélicos también son romanos: principio de artículo redactado hace tiempo y una declaración nueva



A continuación me atrevo a publicar el inicio de un artículo que escribí hace bastantes meses. Lo dejé sin terminar, por falta de tiempo (que desde luego no tenía ni tengo aún), y sin publicar porque había prometido profundizar en los Evangelios, empezando por lo que se narra del nacimiento de Jesús, algo que no haré ya, porque me he desconectado un poco y tendría que volver a hacerlo y por la declaración final. Porque tras este medio artículo haré una declaración actual sobre mi vida.


                                                *


De toda la vida he oído decir que nosotros, los cristianos evangélicos, somos católicos pero no romanos. Es decir, católicos en su sentido etimológico de 'universales', nuestro cristianismo es universal, pero no romanos porque no estamos sometidos al Papa, a la Iglesia Católica Apostólica Romana (romana para diferenciarla de la bizantina, la ortodoxa). Claro, esto viene del contexto de la Reforma, los protestantes se apartan de los dictados que procedían de la Roma de esa época, entendida aquí Roma como metonimia. Pero, puestos a ser literales y etimológicos, también somos romanos, dado que, sencillamente, somos una escisión de esa Iglesia Católica. La mayoría de los puntos de nuestra doctrina fundamental también tienen su origen en el Concilio de Nicea, bajo el auspicio del Emperador Constantino, que nunca fue cristiano por más que se diga, y que trataba de poner orden con fines políticos en disputas teológicas que se daban entre los cristianos de la Roma de la época, ya se sabe, el enfrentamiento entre Arrio y Atanasio. La base de nuestra llamada doctrina fundamental procede del cristianismo de Roma en esta época, no de Jerusalén, de la llamada "iglesia primitiva", lo que incluye puntos tan importantes como el concepto de la Trinidad. Somos romanos también, católicos y protestantes todos somos cristianos imperiales, en lo que hace a las creencias básicas y fundamentales. Que sigue siendo un punto de partida para la lectura posterior de los Evangelios y todo el Nuevo Testamento, de los que ya hablaremos luego. Así que, ya sabemos esto: leemos el Nuevo Testamento con las gafas de Nicea, bajo la dirección de Constantino, y no ingenuamente o de forma independiente, somos atanasianos, los arrianos ya fueron barridos del mapa. Somos cristianos católicos apostólicos romanos constantinianos atanasianos protestantes evangélicos, ese es nuestro nombre completo, solo le faltan unos pocos que ya depende, puedes seguir con luterano, metodista, bautista, pentecostal, ... y después el nombre de la facción dentro de esta, y luego el del grupúsculo dentro de esta y así, algunos llegarán al nombre de su pastor-gurú. Yo, por abreviar, lo reuniré bajo el epígrafe de cristiano imperial, que suena más cristalino. El credo se forjó y decretó en Nicea, una votación amañada con exilio y muerte de los arrianos, luego rehabilitados hasta volver al poder, y la quema de los escritos de Arrio, y sin participación de la Iglesia Ortodoxa y de ninguna otra. Así tal cual, de ahí venimos "ideológicamente", por así decir, manchados de corrupción, sufrimiento, sangre y política, y ahí estamos, con el credo trinitario de Atanasio establecido en el siglo V, en consonancia con las ternas divinas a las que estaban acostumbrados por tradición y origen, y que no solo se daba en Roma (hinduismo: Brahma, Vishnú y Shiva; Egipto: Horus, Isis y Osiris), un concepto fácilmente asimilable por cristianos de origen gentil y seguramente muy ajeno a la iglesia primitiva.


Hasta aquí el inicio del artículo que tenía en borrador.


                                            *

                                

                                DECLARACIÓN


Muchas cosas han pasado en mi vida, mis pensamientos, mis reflexiones y mis inquietudes o, mejor, han seguido pasando. Muchas muy fuertes, y no es una exageración, especialmente en los acontecimientos vitales y las circunstancias hasta hace poco acuciantes, una soledad que no puedo entender, etc., y digo "etc." por no calentarme ni aburrirte con mis historias. Observo casi de casualidad este blog, un repaso por encima, y me alegro de una cosa: da cuenta de cómo es un proceso de transformación. 

     En 2022 ya me había declarado cristiano evangélico heterodoxo. Ese heterodoxo era muy potente por dos motivos: primero, porque los protestantes se autoconsideran heterodoxos al compararse con los católicos; los primeros protestantes lo eran, salían de esa ortodoxia, pero habrá que pensar que los católicos igual en su momento al lado de la Iglesia Oriental, la Bizantina u Ortodoxa, y que desde el siglo XVI han pasado eso, siglos. Y el segundo motivo, es potente dada la gran variedad de subdoctrinas, prácticas, creencias y denominaciones dentro de la Iglesia Evangélica, una variedad tal que me podría haber llevado a decir "Soy evangélico de esta u otra tendencia"; al declararme heterodoxo, no renunciaba a ser evangélico en todo aquello que distingue a esta iglesia de la católica, pero al mismo tiempo me estaba descartando de muchos nexos de unión de todas las líneas de cristianismo evangélico, considerándolas como un bloque. Pero sin dejar de serlo. No renunciaba a la etiqueta de evangélico, por mis creencias de fondo, mi fe de fondo que sobrevivía, por sentimentalismo o no querer apartarme del todo (verme a mí mismo del todo) del grupo al que en mi intimidad he pertenecido siempre, y digo en mi intimidad porque era algo más íntimo que otra cosa. Y estuvo bien llamarme a mí mismo así, era verdad en ese momento, en ese tramo de un proceso.

         Lo que ya declaro aquí es que no lo soy. Evangélico, no soy evangélico, no pertenezco a esta iglesia, no soy miembro, ni oficial ni ideológicamente. Esa es mi declaración. Y si cristiano o no, eso ya va por otro lado; como sabéis si me habéis leído, me había quedado en un punto de investigación-reinterpretación-redescubrimiento muy a las puertas que requería de mí mucho tiempo y esfuerzo, y creo que es un camino que no recorreré en este blog. Pero es que ya no me interesa tanto, las fuentes de investigación han pasado de columnas sólidas a humo evanescente, al menos a mis ojos ahora. 

        Esta declaración vuelve a ser una liberación y un gran alivio. Para qué queda entonces este blog, la utilidad que le daré, ya se irá viendo.

miércoles, 7 de junio de 2023

YA SÍ, INICIO REFLEXIONES PROFUNDAS

 No me cansaré de repetirlo: esto es un blog personal, lo escribo especialmente para mí. Por eso no me importan demasiado las visitas. Sí, es verdad que al fin y al cabo publico, saber que te pueden leer te puede hacer más creativo o cuidadoso. Pero yo lo que dirimo aquí son mis pensamientos, mi fe y mis propias convicciones.

     Si me he estado enredando últimamente con la Biblia es porque fue uno de los puntos que me hicieron declararme en su momento cristiano evangélico heterodoxo y renunciar a un sistema de creencias de inercia y valores argumentando que había varios motivos para ello, tras una experiencia personal más que comentada. Y varios de los motivos se referían a la Biblia, que está en la base, al menos supuestamente, de todo el aparato consciente e inconsciente de comportamientos, creencias, valores, etc. que yo sabía o descubría en mí, y que por supuesto me han condicionado en tantos y tantos aspectos de la vida y en decisiones y expectativas. Desde que se mencionaban axiomas y se daban por bíblicos costumbres, comportamientos e ideas que realmente no aparecían en la Biblia, como sus malas lecturas, malas interpretaciones, malas traducciones, sesgadas, parciales o interesadas, y darse cuenta de esto último lo acaba haciendo puras arenas movedizas, pues lo que hasta ahora vienes considerando como columnas sólidas se transforma en un terreno de absoluta indeterminación, dado que tú no controlas los textos más antiguos (que son copias de perdidos), ni sus idiomas, ni sus contextos en absoluto, por más años que estuvieras de cristiano, y tratar de abarcarlo es tarea imposible y ver cómo los especialistas de alto nivel se enfrentan y debaten en mil hipótesis ya es descorazonador. Por no hablar de la propaganda y la contrapropaganda. Y si quieres irte al lado contrario, al de la fe sencilla, pues bien, te puedes sostener en esa fe sencilla si te quedas en lo más general, pero eso se complica cuando te bombardean con mil mensajes, predicaciones y libros de cien mil aristas o aparecen situaciones o conflictos más concretos.  Y ahí me he metido, casi sin querer, la verdad. ¿Cómo sostenerte en una fe que te dicen que se basa en la traducción de las copias de un canon bíblico interpretado con determinado enfoque? ¿Es eso una fe responsable y seria, puedes tener esto de base de una fe en condiciones? Porque, además, aquí la fe condiciona toda tu vida. Pero, en fin, pasa igual con muchas ramas del saber, de la ciencia, de la educación y la filosofía, al final, en lo que hace a tu vida práctica, debes elegir.

     Todo lo que la mayoría de los cristianos asumimos respecto a la Biblia ya nos viene dado, generalmente en forma de lema y apoyado (la mayoría de las veces muy débilmente) en uno o varios versículos o pasajes... ya interpretados, y muchos de nosotros los hemos escuchado como verdades absolutas desde pequeños y repetidamente, como mantras. Y no creo que vaya por ahí la cosa. Si somos de los que nos interesamos un poco por el tema, leemos las introducciones a cada libro en nuestras Biblias de estudio y algunos se internan algo más leyendo libros de evangélicos o haciendo cursos de teología de tu denominación. Muchos son muy consistentes, pero te llevan por un cauce. Y vamos predispuestos. Ni siquiera te cuestionas lo que ahí mismo se dice, a lo que apunta. A nadie le inquieta, por ejemplo, la enorme distancia temporal desde los acontecimientos narrados en los Evangelios hasta la fecha de su redacción, siquiera supuesta, y cuando hablo de los Evangelios podría referirme a casi cualquier libro bíblico. Y si despiertas un poco a esto, apenas investigas un poco aquí y allá, aunque sea en internet, sin más pretensiones porque tienes un oficio y una familia y aficiones y vida y esto no es algo a lo que te vas a dedicar muy en profundo, y tienes 47 años y aunque tengas veinte o treinta menos no te va a dar la vida con eso ni quieres, y ya con lo poquito de aquí y allá se te van abriendo los ojos, y puede que ahora no sepas a dónde mirar. Como el niño que no termina de convencerse de la inexistencia de los Reyes Magos. Y así no se puede ir. Es demasiado importante para ir así, con temas como Dios, Jesús, la vida eterna, la base de tu moral y opiniones, la base de tus decisiones, de la educación de tus hijos tal vez, de la elección de pareja, etc., etc.

      Una vez más, repito: no pretendo demostrarte nada ni convencerte de nada. Con lo que dispongo, y sin buscar más, ya que he dejado apuntado últimamente muchas cosas, me quiero meter más en serio en esto. Para mí. Se trata de mi vida, al fin y al cabo. Y sin prisa. Como si tengo que ir punto a punto.

     Empiezo por lo que más me interesa: Jesús. Inevitablemente, esto me lleva a los Evangelios, los cuatro diferentes entre sí. Asumiendo la existencia de Jesús (porque si no, poco sentido tiene esto) y la del cristianismo, ambas existencias son previas a las de los Evangelios, que vienen incluso después de muchas Epístolas, si no todas. Pero la idea de Jesús, el relato evangélico, lo basamos en los Evangelios. Creo que hay que empezar por aquí, desde nuestro punto de vista de creyentes en la actualidad. Para nosotros están antes, en nuestra mente. Pero no lo olvidemos: Jesús, su obra y enseñanzas, y la iglesia, es previa a los Evangelios. Podemos observarlos con ojo crítico, y no hacernos los ciegos voluntarios a determinada información, básica, que aparece en nuestras propias Biblias de estudio o es sabido sin necesidad de profundizar demasiado. Podemos empezar a leer con otro enfoque. A ver qué leemos tratando de evitar condicionantes, dado que mi fe está en Cristo. Comenzaré por algunos hechos narrados del principio, a saber: la visita de los magos, Herodes, el lugar del nacimiento y la fecha, María y José y el inicio del ministerio, tal y como se narran. Como he dicho, poco a poco. El siguiente artículo se enfocará en los magos de Oriente. Los famosos Reyes Magos, la Navidad, el nacimiento. Y no sé cuándo, cuando pueda. 


sábado, 3 de junio de 2023

LA PARÁBOLA DEL SEGUNDO HIJO PRÓDIGO

 6 Por pura obediencia a su padre, y no porque lo entendiese en absoluto, él acabó participando en la fiesta de bienvenida y recuperación de su hermano, de su restitución en posición y dignidad. 7 También había que entenderle a él, ¿no? Él se había quedado allí, su hermano fue un insensato, y volvió porque no tuvo más opciones que hacerlo, él se quedó allí, y todo era trabajar para la familia, y lo respetaba, a su padre, jamás se le ocurrió una idea tan loca, él lo hacía bien, para su padre, para los roles, para la ley escrita y no escrita y para Dios, y eso jamás se celebró, mientras su hermano lo pasaba chachipiruli a tutiplén con un dinero que aún no le correspondía, él permaneció y su padre ni un mal cabrito para celebrar ni nada, no era como uno de los hijos de Job, que hacían banquete por día, turnándose, y ahora… 8 Y tenía cosas por las que preocuparse a largo plazo. Su hermano desaparecido volvía a serlo, su hermano, con todos sus derechos pero, ¡eh!, él ha dilapidado la parte de su herencia, ¿volvería a heredar? Porque de hacerlo, la parte que le correspondiera en realidad la estaba quitando de la suya… 9 ¡Hombre!

10 Hasta que no se acostumbraron a tenerlo de nuevo, él no llegó a comprender un poco la decisión de su padre. Y porque su hermano se portaba muy bien. 11 Era sincero el pródigo: se levantaba el primero por las mañanas para trabajar, con mucho entusiasmo, 12 parecía el más diligente de los esclavos de su padre en lugar de su hijo, y eso que a él no le daban con la vara ni la correa, el capataz nunca lo haría, y agradecía cada bocado, con sus gestos y actitud. 13 Lejos de sus malas profecías, el pródigo nunca pidió banquete más, y siempre tuvo conciencia de no abusar de nada. Es más, para todo se ponía a sus órdenes, nunca le contradecía en nada, y eso lo tranquilizó. Pero hacía cosas raras, como comer menos para compartir su pan, no solamente con los suyos, con sus trabajadores, sino con otros de fuera, e intercedía a su padre de vez en cuando por gente que estaba necesitada. 14 Se acordaba de lo mal que lo pasó, de lo que le impulsó a regresar. Eso podía ser peligroso… 15  No se comportaba con la autoridad propia de un heredero, podría llegar a convertirse en un coladero de pedigüeños y veríamos, veríamos… Pero no, porque él simplemente intercedía, pero se quedaba ahí, obedecía a su padre y a él mismo, bien. 16 Por eso ahora tenía algunos momentos de lucidez que le permitían ponerse en el lugar de su padre. Pero eran algo breves, porque solamente le pasaba cuando en su mente y corazón no estaban los conceptos de justicia y derecho, solamente de humanidad. 17 Él también era su hijo, y su padre tenía derecho a amarlo y volcar sobre él toda la misericordia que quisiese.

18 Pero 19 también era un problema, ahora tenía que luchar en su interior contra otro pecado, la envidia, él era muy religioso, sabía que era envidia, no se autoengañaba. Su hermano venía con otros conocimientos y experiencias de la ciudad donde estuvo. Sabía mucho de vinos, como un sibarita, y de lo que gustaba allí y en la zona. 20 Sabía de especias y de telas, de bálsamos y perfumes, y muchas veces era él el encomendado para ciertos negocios y compras. Lo veías ahí paradito, humilde, innecesariamente ya con el rabo entre las piernas, pero cuando salían esos temas sabía más que ninguno. 21 El lote que se habría dado allí, la gente a la que habría conocido… 22 Ya no se dejaba engañar: pastoreando cerdos tuvo mucho tiempo para reflexionar cómo le habían engañado, cómo nadie le paró los pies, cómo se aprovecharon, qué insensato fue, hubo mucha reflexión que le llevó a una mejor comprensión de ciertos negocios sucios de los que él fue víctima voluntaria y ciega, del comportamiento egoísta de algunos, algunos muchos, y de la cara y cruz de la virtud y el vicio. 23 Ahora era otro, no iba a lo loco, y aprovechaba inteligente y sagazmente los conocimientos de aquello que lo devoró, era el experto en eso. Y también sabía otras cosas.

24 Sabía de hombres y mujeres. Con un concepto de ese tema que iba más allá del interés y el tener descendencia, la verdad es que sus desmanes le hicieron conocerse mucho. Valoraba ahora la compañía, sabía que tendría siempre impulsos sexuales y necesidad emotiva, se buscó pronto a una compañera que hizo esposa, más joven que él pero buena, él la quiso un tanto ingenua y buena, y se amaban, prodigaba por ella, otra vez pródigo, mucho amor y respeto, y le hacía y le pedía cosas en la cama, o lecho, que aprendió de haber estado con putas que se enriquecieron o salieron del paso, dependía de la puta, cuando estuvo allí. 25 Su hermano iba descubriendo ahora la verdadera naturaleza femenina, que nada tenía que ver con las rameras que se dedicaban a practicar un oficio lo mejor que sabían, con halagos y adulaciones, y también se reafirmaba en su masculinidad sexual, emocional y personal. 26 Fue listo. 27 Era consciente de lo fuerte que era el sexo, que una vez pasado el trance del regreso y viéndose restituido, pronto vendrían los impulsos y las tentaciones: con los cerdos, soñando con arrebatarles sus algarrobas, había estado mucho tiempo, y ahora se veía como se veía, no lo iba a consentir, lo cortaba de raíz, se buscó pronto esposa para amarla y respetarla todos los días de su vida, ¡joder! 28 Pues sí que había aprendido la lección, su hermanito. Y él se carcomía de envidia en ocasiones, enredado en relíos teológicos, míticos y supersticiosos un tiempo. Así que, igual que su hermano con el sexo, él decidió ser como él con la envidia, que es un pecado peor que el adulterio y la fornicación, digan lo que digan muchos siglos después esa gente del club de lectura de cartas ajenas, igual a los locos y sabios corintios que a un pobre tal llamado Timoteo o a los lunares efesios, que aquí no se niegan las profecías y se puede mirar a futuro. A ver, era peor sin duda, la envidia es peligrosa, puede llevar al homicidio… 29 Bueno, todo puede llevar al homicidio, pero si no lo entendía mal, fue la envidia lo que llevó a Caín a matar a Abel, ¿no? 30 Como sea, que después de que regresó su hermano todo en su mente parecía cada vez más teológicamente patas arriba, su padre estaba contento con su matrimonio, y su madre también, para ellos fue la confirmación de que su hijo había sentado la cabeza, y un consuelo, y eso estaba bien. 31 Si luego se oían gemidos de placer nocturno en donde su hermano, tampoco habría por qué decírselo y, en realidad, eso tampoco importaba, porque esta época es anterior a la victoriana y no está mal visto el gozarse así a tu pareja legítima ni siquiera entre los religiosos, esos son temores del después, que aquí hasta los niños y también las niñas ven a diario como el carnero se folla a la oveja e incluso igual si le pones varas ante los ojos mientras la empotra consigas cierta eugenesia de provecho.

32 ¡Oye!, pues, la verdad, la reacción que acabó teniendo este hombre fue al final muy positiva, ¿no? 33 Porque con tanta lucha cognitiva y emotiva, acabó por admirarle en lugar de envidiarle. Y, para pesar de sus padres, él también fue corriendo a pedir la parte de su herencia, ya tan mayores sus padres… 34 Una especie de crisis de los cuarenta a los veintimucho, que en esta época se vivía menos. E igual.

35 Indignados estaban todos cuando, tiempo después, regresó. Su padre, tan anciano que tenía demencia senil, no paraba de llamarlo ingrato e hipócrita solapado, ¡cómo se atrevía a volver! 36 Y su hermano, con sus cuatro hijos ya, meneaba la cabeza y hasta le escupió en la cara. 37 ¡Cómo hacerle eso a su propio padre! 38 “¿Tú sabes lo que hemos pasado aquí?”, y el pobre, antes de verse morir en la indigencia y la indignidad, se quitó la vida, colgándose de la rama de un algarrobo. 39 Lo cual, como sabemos, lo conduce como por un tobogán de un parque acuático al Seol o, peor, al puto infierno.

 

(Tomado de la Epístola Apócrifa de mis Narices a los Bellavistenses, 3:6-39, en la versión panhispanoamericana modernizada y cotejada. Cf. El comentario de la Thompson y la Harper-Caribe al libro de Ester: alguna relación encontrarás, tú exprímete el cerebro y ya verás).

jueves, 1 de junio de 2023

COMENTARIOS EXTRA-MARCO DEL FINAL DEL LIBRO DE JOB Y DE LA PARÁBOLA DEL HIJO PRÓDIGO

 Quisiera comenzar estos comentarios y reflexiones lanzando una pregunta, para meditar previamente en su respuesta: ¿El hecho de tener más hijos consuela o mitiga el dolor por la pérdida de uno solo de ellos? Es una pregunta formulada sin ninguna clase de frivolidad, ¡cómo frivolizar con algo así! Y que se contesta desde el corazón. Ya en otra ocasión señalé que, al explicar la figura retórica de la paradoja, les digo a mis alumnos que también se dan paradojas en la vida, y tal vez la mayor de todas ellas es la muerte de un niño. Algo que, por desgracia, sucede a diario, pero que aun con todo nos resulta muy, muy difícil de asimilar. Y en cuanto a la pregunta inicial, ni siquiera hace falta ser padre para poder responderla, aunque si lo eres... Yo lo soy, y el mero hecho de imaginármelo, que perdiese a una de mis hijas, me produce escalofríos. Y ni siquiera tiene por qué ser niño, la pregunta es sencilla, ¿hay consuelo en la muerte de un hijo? ¿Tener más hijos es un consuelo?

     Subo hoy para hacer algunas reflexiones sobre textos bíblicos de una manera extra-marco. Tomo de la Biblia textos y hago apreciaciones; no son meditaciones, ni estudios, ni quieren demostrar nada. Son extra-marco porque me salgo de todos los marcos convencionales que rodean a estos textos: su contextualización cultural y cronológica (aunque esto ya veremos que no tanto), la enseñanza religiosa, espiritual, moral o doctrinal que se supone o se interpreta que tienen, así como su intención. Me salgo de todos esos marcos, con mi cristianismo evangélico residual un tanto de sustrato, y traigo algunos pensamientos tanto del libro de Job como de la parábola del hijo pródigo, con varias ideas previas: la de no ser innecesariamente extenso, la de situarme simplemente como lector frente a texto y la de plasmar impresiones, bastante personales, sin ponerme limitaciones, ni racionales ni emotivas. Así de simple.

      Lo de no extenderme significa no dar demasiados datos eruditos o traer aquí lo que de todos es sabido o lo ya más que dicho. Y voy a empezar por Job, por lo que más me ha chocado siempre de este libro, que es su final y cómo se interpreta. Para mí no es un libro cualquiera y, a decir verdad, es bastante singular en la Biblia. Se sitúa en época premosaica, es decir, aquí ni hay Ley ni pueblo hebreo. Sin entrar a discutir la fecha de su composición, que se sitúa en diferentes tramos temporales según los estudiosos, yo lo considero el más antiguo, porque, aunque tu Biblia de estudio no te lo diga por ninguna parte, no se escribe ex nihilo, bebe de fuentes, por así decir, mesopotámicas, solo que en esas fuentes, en lugar de Jehová, aparecen otros dioses. No me quiero enredar aquí con eso porque no es mi propósito, yo voy a tomar el libro de Job tal cual, tal y como aparece en nuestras Biblias. Lo que sí dejo apuntado es algo ya sabido, mi vínculo emocional con este libro, que tantas veces menciono. Como Dámaso Alonso a Góngora es para mí S. Stuart Park a Job, y tampoco es un secreto que tanto su In memoriam como su Desde el torbellino me han parecido siempre obras deliciosas y profundas en sí mismas, por más que sean meditaciones del libro de Job, y en el caso del último, Desde el torbellino (Editorial Andamio), pues han estado por años y años en la base de mis meditaciones bíblicas diarias, y me acompañó muy especialmente en cierto momento bastante duro de mi vida. 

     Pero bueno, yendo al grano, tengo que decir que su final siempre me ha dejado un tanto perplejo. Aunque, a decir verdad, no tanto su final como lo que se dice o sugiere de él y también lo que se predica de él, de ese final, que realmente, en su expresión, es bastante neutro en lo que a emociones se refiere, porque el texto (42:10-17) se limita a decir que, una vez que hubo orado por sus amigos, Dios le restituye lo perdido muy multiplicado: le da una vida muy larga, sus bienes se hacen el doble de lo que perdió, sus allegados al fin le tienen en cuenta y se conduelen, y vuelve a tener una familia amplia, con muchos hijos. Así sin más. Bien: después de tanto sufrimiento, Dios no solo le devuelve la salud sino que le prolonga muchísimo sus días; Dios no sólo le saca de la pobreza, sino que viene a ser más rico que antes; Dios no sólo le promueve a volver a tener familia (hijos), sino que son muchos (diez), y sus tres hijas hermosísimas; Dios no sólo le saca del señalamiento y aislamiento social y moral, sino que levanta su cabeza hasta ponerlo de nuevo en alto desde esos dos puntos de vista. Mi problema con ese final, objetivamente muy feliz, es más bien lo que se dice de él y cómo se quiere interpretar y asimismo se nos trae a la mente, pasando por alto un puntito clave que es el punto de vista humano. Esa imagen de un Job nuevamente feliz, quizá con una sonrisa de oreja a oreja y más contento que unas castañuelas que se nos vende es absolutamente inhumano, a mi parecer, y obvia descaradamente las profundas cicatrices de su ser, no es posible el consuelo al cien por cien, y da igual la época, ¿No lloró David por su hijo Absalón? La época de David sigue siendo remota para nosotros, tal vez este ejemplo nos ayude a entender que hay cuestiones humanas que atraviesan todas las épocas, no son fruto de la modernidad. Jacob tenía más hijos y la pérdida de José, bien que era su favorito, era de Raquel, le dura hasta la vejez, y el hombre tenía más hijos, y es otra época remota para nosotros. ¿Qué puedo decir? Vamos a ver, después de todo lo que le pasa, mejor así, restituido en todo lo material y social y, además, con su vida rehecha, por decirlo en términos actuales, tanto de pareja como de familia. Pero, aun con todo, no puedo salir de mi pasmo más absoluto por la moto que muchos venden de que ese final es super feliz. Nosotros conocemos a la mujer de Job traicionándole y despreciándole en su ruina, es imposible tener buena imagen de ella: le abandona cuando más la necesitaba, cuando Job ya no puede ser su varón protector y proveedor. Pero, a pesar de todo, nada sabemos de sus largos años de convivencia, del amor que tal vez Job hubiera tenido por ella, incluso en su época con sus roles y su mentalidad, son muchos años, sus hijos eran mayores, y si la amaba, este hombre que nunca miró a una joven para codiciarla, ¡cuánto más le dolería su abandono! ¿La echaría de menos después de su tormento? ¿Ningún cristiano se lo quiere preguntar, preferimos quedarnos con el juicio a su traición final? ¿Ningún cristiano se da a pensar que, tras todo, lo mismo Job se acordara de ella igual con resentimiento que con anhelo de todos sus años de juventud con aquella que, dicen, era su sola carne? Job tenía hijos e hijas, y murieron todos de golpe aplastados por el derrumbamiento de la casa donde estaban por un tremendo viento que vino del desierto (1: 18, 19). Los amaba, los amaba tanto... Eran jóvenes. Y hacían lo que hacen los jóvenes, vivir su juventud, ¿te suena?, jóvenes privilegiados de padre rico, hacían banquetes por turnos. Job los amaba tanto que ofrecía holocaustos por ellos por la mañana, no fuera a ser que la noche antes, con sus cosas de jóvenes que se divierten, nada nuevo bajo el sol, hubieran pecado. Pero eso, ¿realmente lo interpretas con que eran disolutos, pecadores, viciosos, tanto como para que se merecieran una muerte así? Porque a veces da la impresión de que interpretas eso, en tu mojigatería, y ahí, lo siento, eres tú quien se sale del marco. ¿Tan débil patriarca era Job que no era capaz de mantener cierta disciplina en sus hijos, si es que tan pecadores eran? Ese viento del desierto no fue un castigo a ellos, ya lo sabemos por el propio texto, estaba dirigido contra Job, su objetivo era hacerle daño, a Job, no castigar a sus hijos, no te confundas, igual que el fuego de Dios arrasó ganado y asalariados. Y el daño, ¿cuál fue? ¿Simplemente que se quedó sin descendencia que perpetuase su estirpe, que difundiese sus genes, o le dolió también porque, ¡oh, sorpresa!, amaba a sus hijos, a esos hijos? ¿Piensas que sus siete hijos y tres hijas de después le hicieron a Job olvidarse de estos primeros? ¿En serio? ¿No se acordaría de ellos a pesar de los otros, no lloraría después, una vez restituido de todo? ¿En serio? El final de Job es el más feliz posible, bien, de todas sus posibilidades, una vez sufrido el daño, era el mejor, era impensable mientras sufría. Pero eso no lo hace un final feliz. Serás muy buen cristiano, pero un tanto inhumano si verdaderamente piensas que ahí ya está, ya tenemos a Job campante de dicha de nuevo, y aun mejor. Frío, inhumano y sin una mínima dosis de realismo. Después del acuciante dolor a Job le espera la restitución mezclada con la amargura de la melancolía. Hasta el final de sus días. Sin duda.

     La parábola del hijo pródigo (Lc. 15: 11-32) va por otro lado, desde luego. Más que nada, porque se nos presenta como tal, como parábola, y ya sé que lo que voy a hacer lo obvia, ya sé que una parábola es una alegoría, una historia de metáforas relacionadas que pretenden transmitir una enseñanza, no es necesario que me lo recuerdes, ya lo sé, y que forma una trilogía con la de la oveja perdida y la moneda perdida, si aquí todo es que algo que se había perdido se recupera, exponiendo así la gracia de Dios, que pueden volver a él los que están lejos de Él, lo mismo a un nivel grupal (los perdidos de Israel vuelven a ser parte del pueblo escogido, los gentiles pasan a tener la posibilidad de entrar en el Reino, ...) como individual, y también para mí esta parábola en su momento fue un consuelo, saber que Dios, Jesús, me recibe con los brazos abiertos si me he apartado o dado al pecado y luego, arrepentido, me vuelvo a Él: el excluido, o autoexcluido, vuelve a ser acogido, y también restituido en dignidad, como Job. Pero no deja de ser un texto, con muchos detalles, que tomar de base para hacer otras reflexiones si se quiere, sin pretender dar otras interpretaciones de esta historia como enseñanza, sino simplemente partiendo de ella. Y, de casualidad, me ha venido, a la radio, a la mente y a YouTube, sin buscarla, una canción muy célebre de Simon & Garfunkel, The boxer. Una canción triste por su melodía, melancoliquísima, y más si no sabes inglés o no quieres saberlo mientras la escuchas. Pero de tanto martillearme, curioseé su letra y su traducción, y alguien muy querido después me insistió en volver a la letra, y ahora no dejo de pensar en que se trata de una recreación de la parábola del hijo pródigo, pero con matices. Y lo es, en amplio sentido: un muchacho abandona su hogar para hacer su vida en Nueva York, lo pasa mal y también se lo pasa bien. Va a barrios chungos buscando lo que se busca allí, esos "placeres de la pobreza" que decía Héroes del Silencio, no se te especifican porque la canción es poesía, pero podría ser fácil imaginarlos: ¿juego, alcohol, drogas, desmadres, peleas? Y, sin embargo, la canción, cantada en primera persona, de forma autobiográfica, es triste, en el fondo cuenta penalidades. Uno de los placeres más profundos pudiera ser la independencia de quien quiere hacer su vida, quién sabe si con ilusiones de gloria, de conseguir algo diferente y mejor a lo que tenía en casa. Las prostitutas de la Séptima Avenida le llaman al pasar, y él confiesa que, durante un tiempo, consuela su soledad con ellas, la soledad... Y la vida es dura en Nueva York: no consigue trabajo, pasa tanto frío... Así que se va: decide regresar a casa, vuelve al hogar. El hogar de la familia que dejó, o tal vez, metafóricamente, dejarse de esas pretensiones y buscar en serio la estabilidad, la cabeza sobre los hombros. Bueno, en principio, irse de Nueva York y volver a casa, literal o metafóricamente, como quieras. No me digas que no tiene paralelismos con la parábola del hijo pródigo, ¿eh? Pero esta canción tiene un detalle que la parábola no, la imagen del boxeador. Al irse en su regreso, ve a un boxeador, con todas las marcas y cicatrices de cada vez que lo han tumbado. Y se produce la identificación. Él está harto y regresa, ¡bien!, pero... le quedan las marcas del luchador, nunca se irán. Le iría mal todo, habría sido un error, pero él luchó, intentó algo diferente, un sueño, un modo de vida... Las cicatrices de los golpes de su lucha nunca se irán, quedan ahí. Y se le puede dar igual una interpretación positiva como negativa. Será el recuerdo de que luchó por sus sueños que luego se torcieron y no se lograron, por su vanidad, exceso de confianza, malas conductas, o creerse ingenuamente lo que no había, o mala suerte, o el recuerdo de esos placeres y modo de vida, quedan ahí. Tal vez se case, y sea un tipo decente y ame mucho a su esposa, pero sabe lo que es estar con las de la Séptima, ¿se le va a olvidar? ¡Claro que no! ¿Nos podríamos preguntar por qué el hijo pródigo le pide a su padre la parte de la herencia que le corresponde y se va? Desde luego, fue una insensatez. Se fue lejos de los que lo amaban, dilapidó en placeres el dinero y luego le vinieron mal dadas. Entonces se da cuenta de que estaba mejor con su padre, en su casa. Yo me imagino a este chico pensando que en su casa nada más que había obligaciones, que le coartaban, que le cortaban sus alas, estaría fastidiado y se le ocurrió una insensata idea "genial", otra cosita típica de los jóvenes y no tan jóvenes. Tal y como se cuenta en esta parábola, sin querer irse al mensaje que trae, yo lo veo así sin ninguna duda. Por eso vuelve avergonzado. Y su padre, ¡que lo ama tanto!, porque los padres aman a sus hijos, a cada uno, no ve al desgraciado que le ofendió, al vanidoso que se marchó y ahí se las den todas, ve a su hijo y lo vuelve a poner en su lugar, el de su hijo, para frustración del otro hijo que, obediente, se aguantó y se fastidió en su obediencia con lo que su hermano no quiso soportar, y le hizo fiesta. Y como el de la canción, ahora el perdido que ha vuelto ve que es mejor el orden de su casa, de su hogar, esa estabilidad, pero tiene cicatrices. La buena vida que se pegó a tutiplén y lo mal pero mal que lo pasó después quedan en él para siempre como parte de su experiencia vital. No lo hará más, seguro, ha aprendido la lección y ha tenido mucha suerte, la misma que Job, de que la cosa haya acabado así, nadie culparía a su padre si ahora no le hubiese querido acoger. Pero tiene una experiencia que no tuvo su hermano, y las cicatrices del boxeador derrotado. 

     Y, aparte de todo esto, tampoco sé a cuento de qué vienen esas celebraciones tan irrespetuosas cuando alguien que ha tenido problemas gravísimos decide acudir a una iglesia, esa ingenuidad que roza la mala educación y la falta de sensibilidad de algunos, de celebrar como si tu equipo hubiera ganado la Champions cuando alguien muy tocado escucha tu llamado y se debate en dudas y dificultades y va a tu congregación. Hay mucho que sanar ahí, cosas que tú ni por asomo entiendes, y un largo proceso: ¿estarás con él todo el tiempo, sin juzgar, siendo apoyo? Espero que, al menos, eso sí.

     

miércoles, 24 de mayo de 2023

LA BIBLIA COMO TEXTO SAGRADO EN EL COMÚN: UNA REFLEXIÓN QUE PROFUNDIZA ALGO MÁS

Repetimos como papagayos directrices que parecen salir de la Biblia, directamente, y es falso ese directamente: verdad o no, salen de haber escuchado interpretaciones. O ni eso, o ni "se entiende esto porque se interpreta esto", sino antes bien "como creo esto que me han dicho, repito el versículo que me han dicho que lo respalda". Sin ir a lo profundo, que tal vez esté más en la superficie, tan cerca de tus narices que no lo ves. ¿Qué piensas tú que haces realmente cuando lees la Biblia, rutinaria e incesantemente? ¿Qué texto te crees que tienes entre las manos, una novela de moda, un doctrinario, un libro místico? Si este libro ha alcanzado esa categoría para ti, de texto sagrado, al que llamas "palabra de Dios", ¿no deberías estar pendiente no sólo a aplicarte a ver qué dice realmente, sino asimismo a saber cómo es y qué es? 

     Voy a suponer en ti cierto nivel cultural e intelectual, lo que en tu caso es cierto, aunque en otros sea mucho suponer, porque, a ver, te lo tengo que suponer si eres una persona que lee, y no cualquier cosa, lees algo muy especializado y erudito, lees textos muy pero que muy antiguos que son traducción de una  copia de copias sucesivas de textos aún más antiguos ya perdidos que pudieran remontarse a una tradición oral de miles de años, ¡guau! (no te rías como un inepto, se escribe así en español, no waw!, que además es una letra del alfabeto hebreo, ni wow!, pero perdona, no te has reído, si eres capaz de leer un texto así es que eres muy culto y eso ya lo sabías, discúlpame). ¡Enhorabuena, guau, qué fuerte, te admiro! Especialmente como filólogo. Seguramente te interesarán igualmente las ediciones del Gilgamesh sumerio o de textos egipcios o chinos que se remontan a miles de años, no cualquiera lee esos textos. Pero es que en tu caso hay más: según tú, este libro afecta a tus creencias profundas acerca de la divinidad y te da a conocer a Dios, y moldea tu moral y tus costumbres, tu vivir diario y múltiples decisiones vitales, igual del día a día, afectando ni más ni menos que a tu economía, a tu familia, a tu sexualidad, y en algunos a tus convicciones políticas (quiero pensar que no es al revés, que usas la Biblia como respaldo a tus ideas personales, aunque seguramente todo aquí es bidireccional) como a temas espirituales y trascendentes, podrías tomar decisiones que te afectan a ti y a otros muy de lleno en base a la esperanza de una recompensa post mortem o un castigo eterno. No es poca cosa esto, entonces, en absoluto. Te interesa, y mucho, a todos los niveles, conocer qué es y cómo es este libro, no es un consejo, es una afirmación. Te interesa intelectualmente, está claro, si es un libro tan erudito y complicado, como hemos dicho, ¡y lo lees a diario!, y a nivel vital en todas las áreas de tu vida. ¡Guau!

     Claro, que si es así de importante, es mejor leerlo uno mismo que aceptar ciegamente lo que te digan de él los que saben más que tú, los de más autoridad intelectual: ¡podrían manipularte! Punto para los protestantes, ahí me alineo con ellos, si estuviera en el siglo XVI. Que no es este siglo. Este argumento no me libera de nada, hace tiempo que tengo esa opción si quiero, la de tomar un libro fácil de conseguir y leerlo yo e interpretarlo yo sin mediar directrices de ninguna institución o persona, no necesito saber hebreo ni arameo ni griego, porque me fío así como así de la traducción que he elegido, como me fío de la selección de textos y rechazo los excluidos por comités de gentiles con intereses políticos que quisieron hace siglos unificar doctrinalmente a tantas iglesias con una visión muy distinta unas de otras de quién fue Jesús, cómo es Dios, normas de conducta y los textos que se leían, que eran menos que ahora y diferentes de una iglesia a otra, y me estoy refiriendo especialmente al Nuevo Testamento ahora. Los concilios, encendidísimos, en los que había que llegar a un consenso sobre un canon con discusiones muy fuertes y proclamas posteriores de hereje a los que perdieron el pulso de fuerza, con costo de sus vidas, ahí estás tú, ahí estoy yo. 

     Y fíjate que al decir estas cosas me posiciono dentro de los que la quieren considerar texto sagrado, no fuera. Es decir, aquí me estoy poniendo en el caso de que me interesa saber cuanto más mejor de la Biblia, hebrea o cristiana, porque la considero fundamental para mi vida terrenal y eterna, no me salgo y la veo desde fuera para replantearlo todo, como haría un ateo o alguien que sencillamente quisiera tener un panorama general del libro. Es pura mentira que la leemos sin intermediarios, como lo es de que se trata de un texto, de textos, escritos con el propósito de ser sagrados, el libro de una religión o fe. Hay mucho cocido de antemano. No la leemos ingenuamente, porque además es imposible. Viene aderezada con sermones y predicaciones, interpretaciones y líneas doctrinales, y lo que te enseñaba mamá cuando eras pequeño, y las reflexiones y meditaciones de los libros con que los complementas, y todo partiendo de la estabilidad de un texto inestable, de la traducción, ya ni siquiera a tu lengua vernácula, sino a otras como un griego muy antiguo al traducir un hebreo aún más antiguo, esa Septuaginta con tantas discrepancias con el original hebreo, y a la fiabilidad del texto en sí. No lees la Biblia por ti mismo, eso es mentira, de las gordas. Porque no puedes. Estudia lo que quieras, no puedes. De una forma u otra, todo al final lo tienes que basar en la fe. Que tampoco es tuya, en la fe que te han dicho que debes tener: para leerla, para interpretarla, para fiarte de unos que no de otros, y para aplicarla. Y también te basas en lo que sientes al hacerlo, en tus emociones y experiencias. Lo cual es un problema, porque en muchos casos vas a su lectura con la actitud con que te han dicho que debes hacerlo. Tus experiencias no las niego, porque yo también las he tenido, pero deberías saber que otros como tú y yo han tenido esas sensaciones leyendo otros textos, creyendo otras cosas, y que han recibido confirmación de seguridad, confianza y consuelo igual de un horóscopo que de un libro de autoayuda que de otros textos de distinto carácter al acudir a ellos creyendo, con fe de un tipo u otro y vibrando con él, que igual que tú sabes que tus oraciones han sido contestadas (algunas), ellos te pueden poner mil ejemplos de cómo las suyas también, aunque no las llamen oraciones, y que han experimentado mil sucesos extraordinarios como algunos de nosotros también lo hacemos, sucesos complicados de probar, que igual que tú has visto cosas por imposición de manos o profecías advenidas yo te podría presentar a otros con experiencias similares por canalizaciones y visiones que nada tienen que ver con el cristianismo. Y si aludes al Espíritu Santo, pues yo tendría cuidado, no sea que lo banalices para usarlo de excusa para diferenciar unos sucesos de otros o tu propia experiencia, o explicar lo incomprensible, no sea que banalizarlo sea blasfemar contra Él, si crees que ese pecado es imperdonable. La iglesia primitiva NO usaba tu texto, es más, cada iglesia usaba unos poquitos y distintos unos de otros. La palabra que yo usaría para todo esto que expongo ya la he usado, es "excusa", no hay más que excusas, y excusas, y excusas para mirar a otro lado de muchos temas que se supone que es precisamente a ti a quien más te interesan, y un permanente abuso del sesgo confirmatorio, confirmatorio de la mano de Dios, del que sabes que no debes usar Su nombre en vano, y del diablo. Tampoco el pueblo hebreo usaba tu texto, ni lo interpretaba igual, en sucesivas fases temporales hasta llegar a esa tradición oral conectada con las de otras culturas de las que salieron o en donde estuvieron, mesopotámicas, egipcias y cananeas. Excusas que nos tenemos que creer por puro dogma, por pura interpretación de otros heredada de otros otros. Normal que muy expertos, no como nosotros, que solamente somos expertos (¿o no, si nos atrevemos con libros de este nivel?), normal que muy expertos puedan llegar a proponer, por ejemplo, que la historia de Adán y Eva se da al principio en el cielo, no en la tierra, leyendo el texto original (el original), y que el primer pecado no lo sea, sino una decisión de seres espirituales por adoptar cuerpo humano para vivir en la tierra, aceptando el dolor y la mortalidad, lo que haría que la interpretación de la historia de Satanás, Eva y Adán fuera otra muy diferente, y ver a estos tres personajes de forma muy distinta, o que se quiera hablar de lo que realmente significa ELOHIM, que de verdad no se sabe qué significa, pero es un plural, son varias entidades, seguramente poderosos más bien, dándote cuenta entonces de que "Dios" no aparece en el Génesis y libros posteriores, es un texto sin "Dios", con "Elohim", y cómo mucho después los escribas iban a singularizar ese plural, cuando ya se imponga la doctrina de un solo Dios, trayendo malas concordancias de un sustantivo en plural (Elohim) con verbos en singular y a partir de ahí ya se impone un concepto de un solo Dios. Hay versículos donde "Jehová" aparece con un nosotros, una interpretación recta de esto nos da más lógico ver a "Jehová" con otros que otras interpretaciones de sesgo confirmatorio de idea previa. Esto que digo, que no digo que crea, te puede hacer saltar de tu silla y hasta indignarte, ya lo sé.

     Lo que lees es un libro mental creado por ti mismo, está como está en tu mente, está preexplicado en tu mente, es mentira que lo lees ingenuamente, lo lees con explicaciones previas muy traídas y discutidas en muchos siglos atrás que ha llegado a tu mente de una u otra forma. Las diferentes versiones de Dios se van sucediendo en esas páginas, obviando muchas otras, demasiado, hasta formar en nuestra mente evangélica un Dios de amor y bondadoso y, aun con todo, nos rechinan episodios veterotestamentarios en los que familias enteras, incluidos niños, son muertos por la mano de Dios como castigo al acto anatema de un varón principal de esa familia, nos rechina cómo mueren los hijos de Job y por qué y su final supuestamente feliz, nos rechinan los castigos mortales a los que quebrantaban el sábado o a naciones extranjeras, nos rechinan los genocidios en Canaán a manos de incluso del mismo David, nos rechina la esclavitud, la poligamia, nos rechinan muchas cosas, nos rechina que el hombre más sabio del mundo por don de Dios acabe buscando en otras creencias y dioses pero de esto se culpa a sus mujeres, pero era el más sabio, nos rechinan muchas cosas pero tenemos ya la explicación preparada.

      Nos gozamos y nos indignamos, nos entristecemos y nos alegramos, practicamos y nos comportamos, no de forma natural en absoluto, la sinceridad de estos actos nuestros ha venido a posteriori, cuando a base de repetir e imitar ya lo vamos viendo así. Esta es la Biblia que lees, ¿no? Si somos de mente abierta, lo vamos a contemplar, lo vamos a discutir y muchas cosas las dejamos a la omnisciencia de Dios y sus propósitos que nosotros no entendemos, los propósitos de ese Dios que ahora vemos que es de esta manera y quiere esto y esto, pero hace cincuenta años era un poco diferente y podía querer otras cosas, o hace trescientos tenía un carácter diferente y sus prioridades eran otras. No somos tontos ni lerdos. Pero empleamos mucho tiempo y esfuerzo por encajar estas cuestiones, que muchas veces nosotros mismos sacamos y cuestionamos, en una creencia y fe previas. ¡Hacemos eso! Los más liberales de los evangélicos, a los que nunca pertenecí, aun con todo hacen los malabarismos de interpretación y encaje, y los más conservadores no discuten, están encerrados en su doctrina y bien ciegos, creyendo que imitan a Cristo. 


martes, 9 de mayo de 2023

"UNAMUNO" ES UN PREMIO PROTESTANTE

 

LOS PROTESTANTES ESPAÑOLES TIENEN UN PREMIO LLAMADO UNAMUNO: ¿APROPIACIÓN INDEBIDA O, AL MENOS, IMPROPIA?

 

Escribo un lunes 10 de abril de 2023, y acabo de ver de rebote que los protestantes españoles le darán el próximo jueves su premio Unamuno al alcalde de Sevilla. Y mucho se me ha removido en los adentros. Digo “de rebote” porque hace bastante tiempo que tomé la saludable postura de alejarme del circuito protestante, algo que mi salud emocional agradece, se acabó la contemplación de discusiones con aires de importancia de cuestiones del tipo fariseos vs. saduceos, donde la supuesta verdad irrevocable y clarísima de unos se enciende contra la verdad irrevocable y clarísima de otros. Y perdónenme por hablar tan directo, pero hacerlo así me produce la sensación, seguramente falsa y sin altura, de hacerlo como lo haría el propio don Miguel de Unamuno. Por lo menos, espero una cierta semejanza: él no se cortaba y, por cierto, el propio Jesús tampoco, como sabemos. Siempre he creído ver que en cierto modo un aspecto que acercaba a Unamuno a Jesús era la falta de hipocresía y la expresión libre y directa de sus pensamientos, aunque no esté de acuerdo con algunos de ellos, me refiero a los de Unamuno.

                Siempre fue polémico por eso. No dejaba indiferente a nadie. Es por ello que un poco le homenajeo así, porque esto de las polémicas y las discusiones, las réplicas y contrarréplicas, cada año que pasa me repugna más, tanto esfuerzo infructuoso, un pa na murochocante. Aunque tampoco me gustaría que te dejases llevar por este juego verbal, no quiero engañar a nadie, no me disgusta tanto, a pesar de lo que expondré, en última instancia me agrada que, de un modo u otro, alguien se acuerde de Unamuno y ponga su nombre a sus premios, para mí es muy especial. Unamuno es parte de mi vida. El descubrimiento de su persona y obra, tan joven yo, tan protestante yo entonces, me deslumbró y me fascinó, podría decirse que por él soy profesor de Lengua Castellana y Literatura de Secundaria. Aunque después derivé por otros lares literarios, no puedo olvidar la lectura de su teatro con apenas dieciséis años y especialmente lo que me impactó Niebla.

                Y, por supuesto, no me voy a poner a investigar, no sé qué me pasa últimamente que tengo cosas mejores que hacer que enredarme en historias que creen ser más que el bluf vacuo que son. Así que estoy dando por hecho que ese Unamuno del premio se refiere a don Miguel de Unamuno, el escritor de la Generación del 98 y no el jugador de un Betis muy remoto, porque yo, aparte de estos dos, no conozco a más Unamunos.

                Bueno, sigo edulcorando un poco la crítica, si bien con opiniones verdaderas, ya veo que sin proponérmelo estoy construyendo un texto inductivo: uno es libre de poner el nombre que quiera a sus premios. Yo lo habría llamado Premio Delibes, si lo que deseas es asociar tus creencias protestantes a un escritor español de renombre, El hereje es una buena conexión, pero tampoco sé si ese nombre ya está cogido por otro. Y, mira, tampoco hay que ser tan purista: los premios Goya son de cine y no de artes plásticas. Así que, por ahí, nihil obstat. Y además, normal que protestantes españoles de finales del XX y principios del XXI admiren a Unamuno, al fin y al cabo expone al vivo lo que se removía en él acerca de Dios (un tema muy debatido en la filosofía de su época, Dios y su existencia) y la eternidad y el alma para él eran puntos muy importantes, como para cualquier cristiano. Y sé que algún hermano en la fe ha hecho un estudio sobre él, tal vez una tesis, ese detalle no lo recuerdo bien. España tiene, cada vez más diluido, un trasfondo contrarreformista antiprotestante que hace que nos gusten autores más moderados, heterodoxos, más sinceros o individualistas en su fe que grupales: el erasmismo de Cervantes nos encanta (Monroy ha investigado muy bien la Biblia en su obra) y entendemos hasta cierto punto bastante bien a San Juan de la Cruz y Santa Teresa de Jesús, incluso a fray Luis de León. E igual Antonio Machado, nos cae muy bien, aun siendo masón, no dejó de sufrir como nosotros la rigidez doctrinal llevada a lo cruel de cierto catolicismo muy español. Pero ninguno de ellos era protestante; tal vez se debería llamar a este premio Juan de Valdés o hermanos Valdés, eso habría estado más en sintonía con las vibraciones de la palabra protestante.

                Nunca me ha gustado ese afán para mí un tanto propagandístico de los pobres, sufridos y minoritarios protestantes españoles por querer conectar o congraciarse de algún modo con la generalidad de compatriotas a través de personajes célebres con débiles vínculos con nosotros, aunque no deje de ser legítimo: esto no es Holanda ni Alemania, claro, no nos podemos permitir lujos, calvinistas y pentecostales aquí debemos estar unidos a pesar de las distancias, y nos queremos convencer de que tanto un Zwinglio como un Lutero nos representan a todos así sin más, en fin.  Pero no me ha hecho gracia de nunca. Muy atrás me quedan mis lecturas emocionantes de Unamuno, pero es suficiente para saber que, si queremos ser honestos de verdad, a él no le haría gracia que un premio protestante llevase su nombre, y seguramente a un protestante español de su época, ahí escondidito y apenas mencionado, aunque de soslayo aparezca en La Regenta como aparece, tampoco le gustaría. No hay más que empezar a leerse su Del sentimiento trágico de la vida o su En torno al casticismo, te dejo a ti que averigües a cuál de las dos podría estar refiriéndome, y no pasarás demasiadas páginas para leerle contra los protestantes en favor del catolicismo que él mamó desde pequeño. No me parecen bien esas libertades, y menos con Unamuno, eso es desconocerle, y lo digo sabiendo que mi conocimiento acerca de él no es lo profundo que me gustaría y desearía. Lo bueno de esto es que sé que, por redactar este escrito, volveré pronto a sus libros.

                Unamuno plantea muchas cuestiones trascendentes que salen tanto de su mente como de su corazón, y son íntimas. No deja de planear Schopenhauer por ahí, entre otros filósofos, recordemos que Unamuno era filósofo de principios del XX. Y lo que más plantea son dudas existenciales, como no podía ser de otra manera. A veces parece que le atormenta un tanto el tema de la eternidad, es uno de sus temas, pone sobre la palestra sus dudas, nada de las seguridades versicularias de los protestantes. Se debate acerca de la existencia de Dios o no, y lo que esto último implicaría, vuelve una y otra vez a ponernos delante de los ojos la inmortalidad del alma y lo fundamental de esa cuestión para el ser humano. Pero lo hace en duda agónica. En su parte creyente, lo ves cristiano y católico. Tal vez no ultracatólico, claro, él quiere profundizar, es un debate de su alma, su San Manuel Bueno, mártir va a molestar mucho a la Iglesia Católica de su época, pero, oye, cuando los protestantes leemos esa novela, ¿nos la podríamos imaginar, si la cambiamos un poco, como El reverendo Manuel Bueno, mártir o El pastor Manuel Bueno, mártir? Intenta imaginarlo por un momento, por favor, a ver cómo te sienta: pensar que un anciano de tu iglesia o tu pastor te mantiene en la fe como un placebo para ser feliz en vida terrenal mientras en el fondo él ni cree en Dios ni nada de nada.

                Me encanta Unamuno. Tiene mucho que aportar todavía a sus lectores, protestantes incluidos. Pero ni por asomo lo fue ni se acercó. ¿Cristiano? Sí. ¿Conexiones con la fe evangélica? No te lo niego. Pero, ¿protestante? Ni de broma, sería un chiste que no haría reír a nadie. Por eso no me gusta el nombre de este premio. No como el protestante que cada vez menos soy, más bien como lector que admira intelectual y sentimentalmente a Unamuno. Es una apropiación indebida de su nombre. Y si no lo es, al menos sí un tanto inapropiada.