domingo, 11 de septiembre de 2016
Poema
Hasta las pequeñas briznas llega el soplo de la brisa.
Lo más insignificante es visto y atendido, y es contado.
Los fuertes vientos que mueven deprisa
las grandes nubes de la tempestad,
arrecian en lo alto y, observándolas,
he sentido agradecido
las brisas que soplan en la hierba
pasando por los vellos de mis brazos,
por la piel del dorso de mis manos,
y he sabido
que hasta aquí llega el respiro,
que Tú estás tan allá como acá,
tan en lo celeste
como a la puertecita del más pequeño corazón.
Texto: José Alfonso Bolaños Luque
jueves, 8 de septiembre de 2016
Palabras y silencios
LA IMPORTANCIA DE LAS PALABRAS: EL CONTROL DE LA LENGUA.
EL ESTRUENDO DE LOS SILENCIOS: JESÚS SILENCIADO
Según algunos estudiosos, dos son las características que diferencian la especie humana del resto de los animales: su capacidad de inventiva tecnológica y el lenguaje verbal. Con este nos relacionamos, pensamos y descubrimos y construimos el mundo observable exterior y de valores (interior). Introduje hace un tiempo este concepto de la importancia del lenguaje desde el punto de vista de la ciencia en el Plan Lingüístico de Centro del IES Alminar, allí di la referencia que a este respecto hace la Psicología Social. Tan importante es el don de la lengua, que se nos muestra a Dios creando el universo con su palabra en el Génesis. Según el Evangelio de Juan, en el principio era el Verbo (el Logos), identificando a Cristo con la Palabra, en mayúsculas. Los cristianos, asimismo, llamamos a la Biblia la Palabra, pues es para nosotros palabra inspirada por Dios.
El control de lo que decimos está en estrecha relación con el dominio propio, y es en la Biblia un tema de primer orden en lo relativo a nuestro comportamiento, a nuestro vivir cotidiano, a nuestra ética, si se quiere. Nuestras palabras pueden herir o sanar, y es fundamental que dominemos nuestra lengua en lugar de que ella nos domine a nosotros. Y esto no es nada fácil. De hecho, podríamos decir que es imposible al 100%: "..., ningún hombre puede domar la lengua, que es un mal que no puede ser refrenado, ...", señala el Apóstol Santiago en su epístola (Stg. 3: 8), en un capítulo dedicado casi al completo a este tema. Con anterioridad, en el primer capítulo, nos aconseja que escuchemos mucho y hablemos más bien poco, que esperemos para hacerlo, al igual que para airarnos (Stg. 1: 19), que nos lo pensemos dos veces, que seamos prudentes (en lenguaje actual: proactivos, no reactivos). De hecho, este apóstol es muy pro-competencia comunicativa, por usar una terminología muy en boga en el ámbito educativo. Con respecto a oír, nos aconseja que lo hagamos más que hablar, pero menos que el hacer: no solo debemos oír la palabra de Dios, sino hacerla (el paso siguiente), en Stg. 1: 23. La Palabra de Dios hay que oírla y luego practicarla, en paralelo con la secuencia sentimiento de culpa-arrepentimiento-frutos dignos de arrepentimiento, en referencia a otro tema que tratamos hace poco. La falta de dominio de la lengua es la prueba de que la religión de una persona es vana; la auténtica religión habla, más bien, por los hechos (actos de servicio; Stg. 1: 26, 27).
La primera parte del capítulo 3 de Santiago (versículos 1 al 12) resalta la importancia de nuestra manera de hablar, que es una de las pruebas de nuestra fe, junto con la imparcialidad y las obras. Precisamente el versículo 1 está dirigido a muchos hermanos de hoy en día, incluido yo mismo, pues ¿cuántos no aspiramos en nuestros corazones llegar a ser reconocidos maestros, dar "lecciones magistrales" en la congregación? Pues mucho cuidado con este deseo, pues su ejercicio implica un uso frecuente de la lengua: es muy fácil ofender con la palabra. El que no ofende con sus palabras, es perfecto, según el versículo 2. ¿Eres perfecto? ¿Eres capaz de responder con un "sí" a la pregunta anterior? Pues según ese mismo versículo 2 todos ofendemos muchas veces, y el apóstol se incluye en esta afirmación.
El motivo de que esto sea así aparece en imágenes muy sugerentes en este capítulo. La lengua, miembro pequeño en el cuerpo, lo gobierna. Nuestras palabras pudieran parecer poca cosa, pero, como una pequeña chispa, puede acabar provocando un terrible incendio. Las palabras de Jesús, el bendito mensaje del Evangelio, por su parte, es como una semilla: igualmente es pequeña, pero enterrada y muerta, germina en una planta que crece en la buena tierra y acaba fructificando. Un ejemplo positivo de algo pequeño con un gran potencial. Pues nuestras propias palabras también encierran un enorme potencial, pero para mal: son una pequeña llama que puede extender un fuego de nefastas consecuencias.
La lengua gobierna nuestros cuerpos como un timón. Cualquier pequeña variación en el giro de este timón supone un cambio de rumbo significativo para la embarcación. Hay que sujetarlo firmemente y girarlo de manera intencional cuando queramos que el barco cambie de rumbo, virando a un lado u otro. No se puede manejar inconscientemente el timón. La lengua, por tanto, tiene un alto grado de sensibilidad. Por poca cosa que parezcan nuestras palabras, todas deben ser controladas y medidas, no dejadas al impulso. ¡Esto es muy difícil!
En fin, la lengua es como un aguijón lleno de veneno mortal. Por cierto que las personas y los ambientes se envenenan con palabras. Decía el Señor Jesús que es imposible que un árbol malo dé frutos buenos y viceversa. Se nos conoce por nuestros frutos, una aseveración en consonancia con las afirmaciones de Santiago con respecto a que la verdadera fe se manifiesta a través de sus obras. Pero en Santiago observamos una incoherencia en nosotros mismos: la lengua es vista como un surtidor y nuestras palabras son el agua que sale de esta fuente. Y nos permitimos bendecir y alabar a Dios con ellas y maldecir, ofender y herir a nuestros prójimos (Stg. 3: 9, 10). ¿Es esto posible? Esta incoherencia es la que debe ser evitada. Ninguna fuente puede dar, a la vez, agua salada y agua dulce (Stg. 3: 12). Si probásemos un agua así, diríamos que está salada, el dulzor no lo notarías. Esta supuesta ambivalencia nos remite a muchos pasajes bíblicos donde la persona que lo practica es condenada. Los Proverbios y los Profetas condenan al falso religioso de obras externas que se olvida de su prójimo. Cristo también tuvo palabras muy serias con los fariseos al respecto de esta hipocresía.
Quien pretenda ser maestro, aprenda a ser sabio. El principio de la sabiduría es el temor a Dios (Pr. 1). Santiago dirá que lo manifieste por hechos, en el contexto de la mansedumbre y no de la contención (Stg. 3: 13-18): sin guerras de palabras y disputas, sin psicomaquias, en la paz eirene.
Según Dick Eastman (La Universidad de la Palabra, Vida; Miami, 1986, p. 149), la cuestión del uso de la palabra prudente o imprudentemente se menciona en los Salmos y los Proverbios 117 veces. El número es elocuente. Pero no solo la frecuencia: si se leen estos libros de manera ingenua, uno se va dando poco a poco cuenta de que se trata de un tema importante en la Biblia, acaso crucial.
Sinceramente, a mí me ha generado bastantes y serios problemas. No los mencionaré aquí, pero puedo constatar por mi experiencia vital que el desborde verbal no trae más que ruina en las relaciones con los demás y para uno mismo. Para mí se convirtió en un quebradero de cabeza de primer orden, y aún hoy me temo en mis interacciones con los demás: nunca sé si voy a ser un bocazas metiendo la pata de tanto bla, bla, bla, o si voy a herir a alguien con mis exageraciones verbales o con mi falta de palabra acertada. Es muy penoso no saber expresarse abiertamente y sin hacer daño a los demás. Esta situación me llevó, entre otras medidas, a hacerme con el libro de Francisco Gavilán, No se lo digas a nadie ... así (Zenith/Planeta -col. Booket-; Barcelona, 2013). Gavilán es un especialista experto en el Lenguaje Emocionalmente Correcto. Desde el ámbito de la Psicología enlaza el tema de las interacciones verbales con la inteligencia emocional, de una manera práctica, amena y muy provechosa; es un libro que recomiendo, lo observo muy útil y aún estoy con él.
Sin embargo, muchas "novedades" que trae ya las encontramos en la Biblia, y las veo desarrolladas en libros cristianos de forma muy sorprendente. Ya en el libro aludido de Eastman, que es del 83, en un capítulo que trata de las relaciones entre los miembros de la familia y del hecho de que un espíritu que no se domina es como una ciudad sin muros (Proverbios 25: 28), en sus "Pasos para la restauración espiritual", de los siete que menciona, algunos aparecen luego en el libro de Gavilán. Específicamente, el consejo de elogiar más que criticar de Gavilán no es otra cosa que el felicitar más que murmurar de Eastman, con base bíblica en Filipenses y los Salmos, así como la coincidencia en señalar que debemos escuchar más que hablar, consejo que ya aparece en Proverbios, y que es mejor responder que disputar, que en Gavilán cristaliza en el fomento de la asertividad y en discrepar mejor que discutir. Tampoco escapa el Lenguaje No Verbal, cuando Eastman propone sonreír más que poner mala cara.
Sinceramente, a los lectores de la Biblia no nos sorprenden estas "coincidencias". La ahora llamada inteligencia emocional, en su vertiente bienintencionada, es decir, la que no usa la empatía para aprovecharse de los demás, haciéndoles daño o vendiéndoles un producto, aparece permanentemente en la Palabra de Dios. Forma parte de los frutos del Espíritu (amor, paz, paciencia, mansedumbre, templanza, ...) y tiene su mayor expresión práctica en la llamada Regla de Oro (una norma de aplicación diaria: hacer con los demás lo que nos gustaría que hicieran con nosotros), que no sería otra cosa que hacer realidad el segundo mandamiento más importante: amar al prójimo como a uno mismo. Lo cual implica amar a los demás, pero nunca despreciarse o minusvalorarse a sí mismo. Solo el cruel se atormenta, según Proverbios 11: 17.
Curiosamente, por extraño que parezca, Jesús y la palabra de Dios están absolutamente ausentes de la obra de Gavilán. No esperamos que se mencione la Biblia en un libro así, obviamente, no tiene por qué, pero a medida que se va estudiando esta obra, se va dando uno cuenta de que Jesucristo ha sido silenciado a propósito. No es esto otra cosa que un reflejo más de que Jesús es "políticamente incorrecto" en nuestra sociedad actual. Cuando el psiquiatra Augusto Cury pone de ejemplo de inteligencia emocional a Jesús en conferencias y libros, señala la sorpresa de muchos de sus oyentes-lectores, que recelan de inmediato. Algo que no hacen cuando se menciona a Confucio, Platón o Buda. En el Maestro de las Emociones, Cury expone claramente que la figura de Jesús, con independencia de si uno es cristiano o no, debe volver a la Universidad y la Escuela, por sus impresionantes lecciones de inteligencia, incluidas la social y emocional. Aparte de creencias y dogmas, pongamos por caso a un receptor agnóstico, ateo o de religión no cristiana, Cury no entiende por qué este no puede beneficiarse del ejemplo de Jesús como personaje histórico. Muchos de ellos, al escucharle, se convencen de su inteligencia y de la sabiduría de sus enseñanzas, aunque no se conviertan ni sigan sus pasos.
Obviamente, Gavilán, como tantos otros, no tiene por qué hacer referencia a Jesús y la Biblia (que apoyarían, por cierto, muchísimas de sus afirmaciones y de sus consejos). Pero es chocante que no lo haga por dos motivos:
1º) Uno de los atractivos de este libro es la amenidad de su exposición, que se basa en varios recursos, uno de los cuales son las citas de todo tipo de personajes, incluidos los vinculados a la religión.
2º) Hay momentos de su discurso y de su praxis que, para un occidental, es muy difícil soslayar la referencia bíblica, siquiera por tradición. De hecho, hay momentos en que determinado episodio bíblico, o palabras de Jesús, vienen automáticamente a la mente, mientras se leen las páginas de Gavilán, bien porque sería el ejemplo que más a cuento vendría de lo que está exponiendo, bien porque es, sencillamente, una referencia silenciada o inconsciente a la Palabra.
Es decir, como hace poco leía a Avalle-Arce a cuento del género pastoril, se ponen en juego aquí la pareja alusión-elusión. Gavilán maneja magistralmente las alusiones explícitas a un variopinto elenco de personas que han dicho frases que le venían bien para su discurso. Estas personas son políticos, filósofos, escritores, actores, psiquiatras, ... Pero al mismo tiempo se elide, se silencia o se evita, a Jesucristo.
Estas afirmaciones que hago no son gratuitas. La primera vez que leí, que estudié este libro de autoayuda, lo iba teniendo cada vez más claro. Ahora mismo, me encuentro repasándolo, volviéndolo a estudiar, pues es una obra que me hace mucho bien y que me ayuda (pues yo es que tengo claro que además de ayudarme a controlar mi forma de hablar y hacerla más efectiva, está en total concomitancia con lo que señala la Biblia al respecto, es decir, entre otras cosas, me ayuda a ser obediente a Dios). Al mismo tiempo, estoy tomando nota de sus referencias, de sus alusiones y elusiones, y cuando lo acabe lo traeré a este artículo de blog. No porque tenga especial interés en "tirar" contra él en absoluto, sino porque me sirve de ejemplo para reafirmarme en que hoy en día, la sociedad occidental, se opone a la palabra de Dios, no prohibiéndola, no persiguiéndola, como en otras épocas, sino silenciándola, declarándola incómoda como mínimo para el que se atreva a aludirla, políticamente incorrecta. Para quienes quieren convencerse de que viven ya en una era "post-cristiana", como si el cristianismo, Cristo y su mensaje, fuera a evaporarse por un crédulo descrédito infundado. Y así, la pareja se transforma en una terna: alusión-elusión-ilusión.
Texto: José Alfonso Bolaños Luque
martes, 6 de septiembre de 2016
If only one ...
SOLO UNA SEMILLA
Tu fidelidad es
grande,
tu fidelidad
incomparable es.
Nadie como tú,
bendito Dios,
grande es tu
fidelidad.
Dick Eastman dedica un capítulo de su estupendo libro La Universidad de la Palabra a la
fructificación del creyente. Al reflexionar sobre el crecimiento espiritual,
repasa uno a uno los frutos del Espíritu mencionados en Gálatas. Al llegar a la
fe, habla de la fidelidad (un espíritu fiel), por cuanto se trata de la
traducción de la palabra griega pistis,
y tiene ese sentido, el de fidelidad. Termina esta sección con dos párrafos de
colofón:

Se dice que como consecuencia de este
singular incidente, comenzó a propagarse un lento pero seguro despertamiento
espiritual. Cien años después, una floreciente misión con 15.000 conversos era
considerada como el resultado directo de la fidelidad de ese joven y esforzado
misionero a quien muchos calificaron de fracasado. George Smith vivió sólo lo
suficiente para ver una sola semilla que echaba raíces y crecía. Pero de esa
semilla de fidelidad se originó una cosecha casi sin precedente durante su
generación.
La idea de la semilla aparece muy bien expuesta en el estupendo libro El
Maestro de las Emociones, de Augusto Cury. Allí, observamos a Cristo
preocupado por sembrar semillas, que luego fructificarán en los corazones de la
buena tierra. No buscaba la espectacularidad de supuestos frutos inmediatos, sino
de sembrar semillas. Es imposible no acordarme a este respecto de la Iglesia de
Navalmoral de la Mata (Cáceres), de la que he hablado hace muy poco. No solo a
cuento de que una obra así no sea atractiva para un misionero que venga a
España, sino por las semillas que durante años, con paciencia y fe, se han ido
sembrando allí, ¡entre las cuales están aquellas más profundas de mi ser!
Aunque, a decir verdad, si observamos el proceder de Pablo en su obra
misionera, veremos que ponía especial cuidado en no interferir en las obras de
otros misioneros, un gesto, creemos, que sobrepasa la mera cortesía entre
hermanos; más bien tiene un sentido de eficacia espiritual, tanto a nivel de
predicación del Evangelio como de crecimiento de los conversos.
España tiene un
escaso número de cristianos evangélicos en relación con la población total, y
hay vastas zonas donde el campo evangelístico supone empezar de cero, ex nihilo. Se trata de un trabajo de
paciencia, duro, de testimonio de años, muy sacrificado, con la experiencia de
la soledad y la angustia garantizada. Extremadura es un buen ejemplo de esto.
¡Hay muchas almas que no han escuchado la exposición de las buenas nuevas
despojada de tradiciones y de la trivialidad de la que se reviste hoy en día en
nuestra sociedad!
Puede ser muy bello enviar a tu lugar de origen fotos de la
iglesia donde tú trabajas como misionero llena de hermanos y actividades. Especialmente si
procedes de EEUU o Hispanoamérica, donde hay iglesias de cientos de hermanos. En
España esto no va así, y si me parece muy bueno el apoyo que nuestros hermanos
misioneros aportan a iglesias ya establecidas (a riesgo de que se piense que
las almas convertidas de las fotos de las que hablamos son fruto del trabajo de
quien no lo realizó), lo cierto es que me sorprendo de que no exista demasiado
fervor por aparecer y predicar en lugares donde nunca se ha hecho. De sembrar
semillas en tierras aún no trabajadas. Aunque solo se convierta una persona,
como la mujer que ganó George Smith para Cristo.
Texto: José Alfonso Bolaños Luque
Imágenes: http://photopin.com
domingo, 4 de septiembre de 2016
Cristianismo y política en una sociedad democrática
¿SE PUEDE SER CRISTIANO EVANGÉLICO Y POLÍTICAMENTE DE IZQUIERDAS EN DEMOCRACIA?
La respuesta a esta pregunta es la misma respuesta a ¿Se puede ser cristiano evangélico y políticamente de derechas en democracia?
PONIENDO LAS BASES DE LA REFLEXIÓN
Y decimos "en democracia" porque, desde luego, no creemos compatible la entrega a Cristo y el sostenimiento de ideologías radicales y personalismos propios de las dictaduras, ya sean estas de derechas, de izquierdas o de lo que se quiera. El autoritarismo atenta contra la integridad física, moral e intelectual de los individuos que componen una sociedad, le resta o anula la libertad de expresión, de culto y de otras muchas cuestiones (incluso laborales y familiares). El siglo XX y los albores del XXI nos dan cumplida cuenta de lo tan terrible que es para el individuo, para las personas, y en particular para los cristianos evangélicos, cualquier clase de dictadura, ya sea de izquierdas (Cuba, la URSS, Corea del Norte, ...), ya de derechas (la Alemania nazi, la Italia fascista, la España franquista, Chile y la Argentina de hace no mucho, ...).
Es obvio que para los creyentes que huyen de estas terribles tenazas dictatoriales debe de ser automático asociar la ideología que la respalda al mismísimo mal y, por el mismo razonamiento intelectual y emocional, situar el cristianismo en el lado contrario. Y es comprensible. Que se lo digan, por ejemplo, a los creyentes cubanos de Miami, si no les parece, no el marxismo o el comunismo, sino cualquier atisbo de progresismo, totalmente contrario al cristianismo. Pero claro, también que nos lo digan a nosotros, tras tantas décadas de franquismo, que nos lo digan a nosotros. Las primeras libertades civiles y de culto para los evangélicos españoles vinieron de la mano de la II República y, si bien las facciones comunistas, socialistas y anarquistas que combatieron en la Guerra Civil eran declaradamente ateas, desde luego el bando nacional no fue otra cosa más que un mazazo y un cierra España a la difusión del Evangelio en nuestro país. Lo que pasa es que ya nos faltan nuestros hermanos que lo sufrieron, y bien sufrido. Y bien sufrido.


LAS RESPUESTAS A LA PREGUNTA
Y ahora, a ver si soy capaz de responder a la pregunta formulada en el título.
¿Respuestas, en plural?
No es mi intención ni ser ni parecer ecuánime o equidistante, así que aclararé por qué doy varias respuestas por capas o niveles. Esto es porque la respuesta puede ser una u otra según el punto de partida, de los parámetros que manejemos. Así que hay que ir dejándolos claros para que luego no nos enzarcemos en diálogos de besugos, donde posturas enfrentadas realmente se basan en criterios muy distintos para sostenerse frente a otras. Según dichos criterios, que debemos adoptar como punto de vista y marco referencial, la respuesta es sí, no o depende. Veámoslo.
Primera Respuesta: NO
Alguna vez se ha oído decir que los cristianos no somos ni de izquierdas, ni de derechas, sino de arriba. No debemos mirar horizontalmente a ideologías humanas, sino nuestra mirada tiene que estar puesta siempre en Dios y nuestro esfuerzo en hacernos "tesoros en el cielo".
Bueno, ¡qué decir a esto! Es una forma de ver el asunto que respeto, y asimismo respeto al hermano que decide tomar este axioma y no implicarse ni activa, ni pasiva, ni mentalmente en cuestiones políticas dirimidas en izquierda y derecha. Concuerdo, además, con esta visión, si ideología de izquierdas o ideología de derechas rebasa los límites de lo funcional, de lo político stricto sensu, y se erige en una ideología totalizadora que abarca todos los campos del ser individual y social. Cuando esta ideología se debe aceptar o rechazar en todos y cada uno de sus puntos, y es de aplicación a cualquier cosa y a todo, entonces desde luego, un cristiano sincero ahí no pinta nada. Es imposible, porque la ideología política empieza a invadir el campo de la fe, de lo íntimo, del arte, de la estética, de todo, basándose en presupuestos parciales que se hacen totales, y además, y sobre todo, porque ningún pensamiento humano puede equipararse a la fe en Cristo, ni suplantarla, ni modificarla, ni ponerse por igual o por encima (1), y esto porque no operan en el mismo sentido ni sobre los mismos ámbitos.
Quiero decir que, por ejemplo, puede explicarse la economía en términos económicos, pero no puede explicarse todo (la ciencia, el arte, la literatura, el sentimiento, las creencias, los gustos, ...) en términos económicos, como hace el marxismo puro. En ese caso, el marxismo acaba siendo un dogma de fe que pretende explicarlo todo de manera infalible y sin excepción en términos de lucha de clases y su dialéctica. Asimismo, gobernar la economía en función de pruritos y planteamientos tradicionalistas, moralistas y religiosos puede conducirnos a una debacle económica, social y política, y, si no, que se lo digan a los pobrecitos españoles del siglo XVII.
Tampoco ningún sistema político es perfecto o "divino", ni siquiera la democracia, y, como los mismos expertos en la materia señalan, la democracia es, en todo caso, el sistema "menos malo" que los seres humanos hemos sabido encontrar para organizarnos. Los cristianos evangélicos españoles debemos ser agradecidos por vivir en democracia, porque gracias a ella tenemos libertad de culto y de expresión, a pesar de las muchas deficiencias e injusticias que podemos encontrar en ella. Pero, como bien apunta Augusto Cury en El Maestro de las Emociones, la democracia política produce libertad de expresión, pero no logra producir libertad de pensamiento, señalando que la riqueza material, el acceso a la alta tecnología y la democracia política no son suficientes para mejorar la calidad de vida síquica y social del ser humano. La democracia no es la panacea, y en democracia hay muchas personas vacías e infelices como las hay plenas y dichosas en la opresión y la pobreza. Y los males del materialismo atroz al que nos vemos sometidos están ahí, son claros y obvios, y estos están muy asociados al capitalismo, eso está claro. Pero gracias a Dios por poder vivir en una sociedad democrática, y ojalá sepamos aprovechar esta libertad humana para poder difundir la Palabra en la más absoluta libertad política.
Para los que relacionan el buen gobierno con la monarquía absoluta, ya que Jesús es el Rey de Reyes, tiene un Reino que hay que expandir, y los fieles reinaremos con Él, cabe decir que no es lo mismo este reinado que los reyes humanos, desde luego. La monarquía se instaura en el Israel bíblico, recordemos, porque el pueblo quería ser como los de alrededor, y esto no fue bien visto por el Señor, quien debía ser rey sin par, y se lo acaba otorgando a modo de concesión, no sin la advertencia de los problemas que surgirán de tal capricho. No hay más que repasar la Biblia. La verdadera teocracia es dejar que Cristo nos gobierne, que seamos por completo un Reino donde Él reine. No es teocracia el gobierno de un rey humano que se cree enviado de Dios, que cree actuar por su gracia. Eso es lo que hacían los faraones y los césares. La verdadera teocracia es íntima, es personal, es conductual y es eclesial, no es el teocentrismo medieval.
Si, desde luego, consideramos cualquier ideología humana (política, filosófica, estética o lo que quieras) como una guía total, dogmática, y de aplicación a todos los ámbitos de la vida, claro, la respuesta es NO, pero ni de izquierdas ni de derechas. No hay sustituto de la fe, ni nada que lo englobe o se considere por encima. Cristo cambia la vida, y le da un sentido nuevo. Estamos en el mundo, pero no somos del mundo, es, sin duda, el mensaje evangélico que nos advierte de esto. Maldito el hombre que confía en el hombre.
Segunda Respuesta: DEPENDE.
Hay un problema muy serio en la España del siglo XXI, bueno, o tal vez en todo el mundo en todas las épocas: las ideologías políticas traen consigo un elenco de ideales y convicciones que vienen empaquetadas y etiquetadas. De manera que, de un modo grosero, si eres de derechas eres católico, antiabortista, homófobo, machista, liberal desde el punto de vista económico, tradicionalista, xenófobo, opresor del obrero, defensor de la propiedad privada y más, todo junto. Y, del mismo modo, si eres visto como de izquierdas, eres de golpe, y sin que nadie te pregunte, ecologista, feminista, proabortista, estás de acuerdo con que se paguen un montón de impuestos para afrontar gastos sociales, anticapitalista, antitaurino, animalista, laico (si no ateo), propalestino, etc. Todo de golpe. Las dos Españas (que había tres, por cierto). Claro, así empaquetado, ¿dónde encaja un creyente? Bueno, ¡¡dónde encaja cualquiera!!
Si en democracia hay libertad de expresión, yo quiero ser librepensante, es decir, quiero aprovechar para ejercitarme en la libertad de pensamiento que decía Cury. Esto implica análisis de cada tema y la toma de una postura (o de un suspenso de tal postura hasta tenerlo más claro) de forma crítica, meditada, seria y sin los sesgos del grosso modo. Desde este punto de vista, abrir nuestras biblias y buscar versículos y leerlos por nosotros mismos mientras escuchamos una predicación es un claro ejercicio de esto. Debemos observarlo todo y quedarnos con lo bueno. Estamos a las órdenes del Señor, no estamos para seguir la manada de borregos o adscribirnos ciegamente a dogmas o criterios humanos. Y realmente, salvo que uno sea verdaderamente un "político" (que la da igual los medios para alcanzar los fines), pocos cumplen con todos los criterios del empaquetado. Hay homosexuales declarados en el PP (y ateos), y católicos y protaurinos en PSOE, por ejemplo.
Decía C. S. Lewis, si no recuerdo mal en Mero cristianismo, que un cristiano, en realidad, es de derechas en lo moral y de izquierdas en lo social. Y por ahí van los tiros en la respuesta "depende".

15 Cuando extendáis vuestras manos, yo esconderé de vosotros mis ojos; asimismo cuando multipliquéis la oración, yo no oiré; llenas están de sangre vuestras manos.
16 Lavaos y limpiaos; quitad la iniquidad de vuestras obras de delante de mis ojos; dejad de hacer lo malo;
17 aprended a hacer el bien; buscad el juicio, restituid al agraviado, haced justicia al huérfano, amparad a la viuda.
18 Venid luego, dice Jehová, y estemos a cuenta: si vuestros pecados fueren como la grana, como la nieve serán emblanquecidos; si fueren rojos como el carmesí, vendrán a ser como blanca lana.
La limpieza moral está aquí en estrecha relación con lo que hoy en día se llama justicia social. Pero es que el mismo Señor Jesús ya lo dijo: no se puede servir a la vez a dos señores, no se puede servir a un tiempo a Dios y a las riquezas (Mt. 6: 24).
La Biblia avala la propiedad privada, pero no el amor al dinero ni la injusticia social. Jesús creó un grupo de discípulos cercanos que venían de distinto extracto social. Sin duda, sus ideas político-sociales eran diferentes. Pero habló muy claro de los amantes del dinero.
También en Proverbios (12: 10), por ejemplo, se habla muy claro en contra del maltrato animal, por más que se ofrecieran sacrificios en el templo. Es reconfortante saber que Dios cuida de los pajarillos, pues esto significa que también cuida de nosotros. Por poner ejemplos de temas que ahora están en el paquete izquierdo.
No me gusta que me clasifiquen, detesto que se haga, tanto por mi apariencia física y temperamental como por la expresión de una opinión en un tema concreto. Me parece un verdadero insulto y un desprecio a mi individualidad y mi inteligencia que se saque un supuesto ovillo tirando de un hilito. No acepto ningún paquete. No lo aceptaba Unamuno, ni Lewis, ni los personajes, cristianos o no, que pueden considerarse inteligentes y sabios. Imagino que, como Unamuno, debo de caerle mal a todo el mundo. A nivel personal, podré decir que me resulta muy chocante (incluso a veces divertido) observar cómo las personas que tratan conmigo, todas creen en una primera impresión que comparto sus ideas políticas y su cosmovisión vital. Pero eso les pasa por etiquetarme.
Realmente, la verdad, me parece que es mi obligación observar, reflexionar y meditar críticamente, punto a punto, cada tema, y forjar una opinión luego fruto de esa reflexión sin buscar concomitancias ni empaquetados. Obviamente, uno va tomando determinados derroteros mentales y vitales, y es lógico que muchas opiniones, que no todas, coincidan en una línea de pensamiento. Pero esto no es obligatorio, ni lo contrario me convierte en un hipócrita o en incoherente. No veo contradicción en que, por ejemplo, una persona muy católica esté en contra de que se imparta religión en la Escuela (porque piense que su fe es de ámbito restringido a la iglesia y no debe entrar en lo público), o que alguien pro-vida sea antitaurino y ecologista, por decir algo.
Desde luego, yo particularmente coincido bastante con Lewis en eso de "de derechas en lo moral, de izquierdas en lo social", aunque con excepciones y sin asumirlo como un axioma.
Tercera Respuesta: SÍ
Puestas todas estas bases, desde luego un cristiano evangélico español puede ser de derechas, declarada, prudente o solapadamente, pero no tiene por qué serlo. Digo esto por aquellos hermanos míos que lo tienen asociado, no entiendo bien por qué, salvo por alguna bombilla mental por cambiarse. Propagar esta idea es de una enorme irresponsabilidad. Como cristiano evangélico que soy, la verdad, hay veces en las que siento vergüenza de determinadas noticias que proceden de EEUU, cuando observamos a iglesias protestantes apoyando declaradamente a candidatos republicanos y asociando muy a las claras religión con Estado, algo bastante peligroso (un Estado ideal, utópico, cargado de valores inamovibles, poco considerado con el prójimo y muy ajeno a la realidad que debe observarse). No es lo mismo ser creyente y de derechas (y votar lo que quieras), que igualar el cristianismo a cualquier idea política. Y digo que paso vergüenza por cuanto están instalados en una radicalidad que, al tiempo que rechaza el aborto, la homosexualidad y el ateísmo, pongamos por caso, defiende sin ambages la pena de muerte, el racismo más brusco y el uso de armas de fuego, con un lenguaje además muy agresivo y poco dialogante, y en un tono de ridícula exageración. Hace mucho tiempo un hermano norteamericano me abroncó por mencionar el nombre "Ché Guevara" sin exaltarlo ni decir nada bueno de él, simplemente por mencionar su nombre en su casa; por otra parte, era un verdadero fan de la aviación militar y de toda cuestión marcial. Estoy convencido de que él considera que su idea de Estado y de gobierno político (¡y militar!) es la que Dios quiere, en su absoluta totalidad empaquetada.
Si entre nosotros nos permitimos ya agrias discusiones e inaceptables comentarios a cuento de temas bíblicos que no son para edificación, generalmente interdenominacionales y sobre temas que a la postre son nimios (ya le advertía Pablo a Timoteo que huyera de estas cosas, y a nosotros también), lo que nos faltaba es la manipulación, intencionada o no, de la fe con fines políticos, a un lado o a otro, siempre hablando en democracia, como apuntamos al principio: angelizando a uno y demonizando al otro, siendo todos ellos ideologías humanas. No se me olvida la vergüenza ajena que pasé hace también ya muchos años cuando, en un encuentro de evangélicos españoles, los del Barça (habían ganado la liga) chinchaban con muy mal gusto a los del Madrid, a voz en grito y a golpe de tenedores en las copas, a la hora de la comida. A mí ni plin, porque soy del Betis y me caen bastante mal estos dos superpoderosos del fútbol, pero fue una situación tan ajena al motivo por el que todos estábamos allí, tan imprudente, tan falto de amor, ... Lamentable. Y es fútbol. (2)
Así que, dicho todo esto, en el contexto de pensar como ciudadano qué partido político me parece mejor o "menos malo" para gobernar con buen criterio este país, sin que votarles signifique aceptar paquetes completos con etiquetas, ni la asunción de todos y cada uno de sus puntos ideológicos, ¡por supuesto que un cristiano evangélico puede ser, en este sentido, de izquierdas! Y, en el mismo contexto, de derechas. Conoces a unos y a otros, te des cuenta o no. Los hay fríos y también activos en la iglesia tanto de un lado como de otro. Hay grandes prohombres entre los evangélicos españoles que, si eres observador, te darás cuenta del lado político que, bajo este marco, se encuentran a nivel personal. Todos grandes siervos de Dios.
No podemos dejar de amarnos por este motivo. ¡Qué error! Y, por supuesto, oraremos por nuestros gobernantes, y los obedeceremos en todo lo que no choque con lo que nos manda el Señor. Porque somos ovejas de su rebaño. Pero no borregos de otros. Y la mezcla de churras con merinas nunca ha dado buen resultado.
NOTAS
(1) Como por ejemplo hace la masonería, en el sentido que un masón puede tener la religión que quiera, o ninguna, pues la masonería ofrece una ideología y unas normas que superan a la religión, situándose intelectual y moralmente por encima. Por eso un creyente sincero no puede ser masón, desde mi punto de vista, porque hacerlo supone aceptar que Cristo no le es suficiente para perfeccionarse, subestimándolo.
(2) Por cierto, soy del Betis, y no soy rociero, no participo de la Semana Santa sevillana, etc., etc. Y no soy radical. Lo digo por lo de los etiquetados.
Texto: José Alfonso Bolaños Luque
Imágenes: http://photopin.com
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